Reseña

La ciudad de Medellín vivió en la década de los ochenta y principios de los noventa, la
penetración del narcotráfico y las bandas armadas ilegales. El reclutamiento de jóvenes para
estas organizaciones criminales estigmatizó a la juventud paisa, quienes debieron observar
cómo desde el Estado se adoptaron medidas para ellos como colectivo, con un carácter
reactivo, concibiéndolos como un ‘problema social’ sin capacidad ni potencialidades de
autogestionar su propio futuro. El aspecto positivo de esta realidad fue el inicio de un proceso
de institucionalización para dar espacios políticos a los jóvenes, que aunque sin presupuesto
público ni roles administrativos, asumieron valores ciudadanos para su propia autoorganización.