Los restos del vellocino de oro
Autor: | Vanín, Alfredo |
En Los restos del vellocino de oro, Alfredo Vanín logra un propósito que ha expresado en sus reflexiones. El Pacífico está presente no como un Pacífico apartado, como se observa el territorio en la tradición de la lectura de la nación, sino que a partir de él se entrecruza la historia de la humanidad. Un lugar en el que lo local no le impide encontrarse con el otro del mundo, lo global, superando así la tensión. Es la línea de fuga del Pacífico que lo expande de las selvas al mar, de la selva occidental africana hacia el océano abierto, de las minas a las zonas altas, de los ríos hacia las costas […]. Así, Alfredo Vanín logra conjugar el territorio a partir de la descripción de una red de viajes. Se dan internos en el recorrido de los habitantes por la ciudad, la isla, el puerto. Son viajeros externos los que han participado de las migraciones históricas; los polizones que suben a los barcos para realizar unos sueños a veces no cumplidos; los que retornan con nuevas formas de asumir la cultura y el viaje sin retorno de la amada […]. Los pliegues en los que se cuenta la historia se mueven entonces hacia una memoria reciente, que no es explícita. En toda la novela está presente la atmósfera del estatuto de seguridad (promulgado en 1978), expresión máxima del estado de sitio, como respuesta a las tensiones que el Gobierno, las fuerzas militares y de policía tenían contra las centrales sindicales y otras organizaciones sociales.