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ISBN 978-958-53018-7-0

Las tecnologías de la información y comunicación en la educación latinoamericana: modelos y tendencias de uso

Autores:Casara Palivoda Wilske, Ana Angélica
Soberanes Martín, Anabelem
Bautista Pariona, Anthony Paul
Antúnez Sánchez, Armando Guillermo
Venteño Jaramillo, María Guadalupe
Colorado Aguilar, Brenda Luz
Ramírez Rengifo, Bruno Eliseo
Rondón Oyuela, Catalina
Jiménez Picado, Cindy
Ramírez, Edgar de Jesús
Pari Tito, Fernando
Polanias Soto, Fredery Fabián
Tenorio Sepúlveda, Gloria Concepción
Pianucci, Irma Guadalupe
Cabrejo Paredes, José Elías
Zarate Yépez, Juan Jacinto
Artavia Díaz, Karla Yanitzia
Cartagena Yara, Libardo
Graus Cortez, Lupe Esther
Ñeco Reyna, María Guadalupe
Manzi, María Laura
Tenutto Soldevilla, Marta
Rivera Guzmán, Melissa
Sánchez León, Nayibe Soraya
Turpo Gebera, Osbaldo Washington
Irigoyen, Raúl Alberto
Diaz Zavala, Rocio Marivel
Báez Jiménez, Tanya Lizeth
Castro Blanco, Yudi
Marquez Benitez, Yusselfy
Ibarra Manrique, Luis Jesús
Martínez Dorado, Yolanda Coral
Colaboradores:Silva Giraldo, Cesar Augusto (Editor Literario)
Rueda Mahecha, Yohanna Milena (Editor Literario)
Centro de Investigación Científica, Empresarial y Tecnológica de Colombia CEINCET (Coordinador Editorial)
Escuela Internacional de Negocios y Desarrollo Empresarial de Colombia EIDEC (Coordinador Editorial)
Editorial:Escuela Internacional de Negocios y Desarrollo Empresarial de Colombia
Materia:001.4 - Investigación
Clasificación Thema::JN - Educación
Público objetivo:General / adultos
Colección:Colección resultado de investigación
Disponibilidad:Disponible
Estatus en catálogo:Próxima aparición
Publicado:2021-05-31
Número de edición:1
Tamaño:4,14Mb
Precio:$40.000
Soporte:Digital
Formato:Pdf (.pdf)
Idioma:Español

Reseña

En el umbral de la tercera década del siglo XXI la humanidad está transitando por un
escenario sumamente complejo, matizado por una catástrofe de índole sanitara, económica,
política y evidentemente educativa. Hemos iniciado un camino desconocido- en el marco de
una nueva realidad- de la cual emergen cambios en las formas de relacionarnos, de
desempeñarnos en un mundo que no será ya jamás el mismo.
Estamos como advertía Zygmunt Bauman31 (2013), padeciendo una vida precaria y
vivida en condiciones de incertidumbre constante, con el temor de no poder reaccionar al
ritmo de los acontecimientos y sus desafíos. Es indudable que la sociedad contemporánea
transita por “tiempos de oscuridad” en palabras de Hannah Arendt32 (1990) debido a que se
ha perdido “la función del ámbito público de arrojar luz sobre los asuntos de los hombres” y
con ello una pérdida de la credibilidad en las certezas que gobernaban la vida cotidiana en
nuestras sociedades.
Sin embargo, Bauman también propone una visión esperanzadora; aquella en la que
ante la complejidad de los tiempos se abren oportunidades para nuevos comienzos, es aquí
donde la adaptabilidad, resiliencia y la capacidad de imaginación de los seres humanos y sus
instituciones resultan condición indispensable para superar las adversidades del tiempo
presente.
La experiencia internacional torna visibles las ventajas de las alianzas para el progreso
colectivo mediante el trabajo en colaboración, siendo el modelo de la Unión Europea un claro
ejemplo de prosperidad, desarrollo social e innumerables los productos de divulgación
científica que desde el viejo continente permean el pensamiento mundial.
De manera análoga la UNESCO ha establecido una agenda global para el desarrollo
sostenible, estructurando 17 objetivos entre los que se ubica la intención de avanzar
progresivamente hacia una educación de mejor calidad estableciendo alianzas para lograr lo
planteado, en esa línea se adscribe esta obra colectiva: “Las tecnologías de la información y comunicación en la educación latinoamericana: Modelos y tendencias de uso”, una
muestra palpable de la factibilidad de conjuntar diversas experiencias educativas con
temáticas y escenarios diversos pero articulados por el uso de instrumentos de mediación de
índole tecnológica, que hoy en día resultan esenciales en al menos 3 aspectos:
1) Mostrar la capacidad instituyente de los colectivos académicos en la región para
aceptar el reto de reconocer la diversidad asumiendo que ésta nos enriquece.
2) Promover la gestión del conocimiento - qué más allá de divulgar conocimiento -
provoca su transferencia y uso para generar nuevas aplicaciones y con ello la
posibilidad de crear teorías propias.
3) Finalmente, y no menos importante, vislumbro en esta obra un esfuerzo encomiable
para que las desigualdades de origen - que se han acentuado durante la propagación
del Covid-19- no terminen por traducirse en inequidad; donde sólo quienes detenten
suficientes recursos y privilegios puedan generar aplicar y difundir conocimiento.
Evocando a Hugo Zemmelman33 (1987) resulta interesante recordar que para este
filosofo chileno los intelectuales no deben limitarse solo a dar cuenta de la
multidimensionalidad del ser y la complejidad de la realidad, sino que es necesario asumir
una plena conciencia del desafío para la construcción de conocimiento como elemento que
activa las potencialidades de quienes responden a este “llamado” considerando lo que
Fourez34 (2008) denomina “una postura transdisciplinar donde convergen métodos,
conceptos o modelos de una disciplina hacia otra, con la finalidad de construir
representaciones adecuadas de nuestro mundo” desde la propia experiencia de los individuos
que problematizan algunos aspectos de su realidad.
Por lo anteriormente enunciado, no resulta fortuito que ante este contexto de suma
desesperanza se hayan suscitado diversos cambios y ajustes en nuestras prácticas educativas
e investigativas - y más aún- en nuestras formas de percibir la distancia, la ausencia y la
necesidad de contacto con otras personas y – curiosamente advertir- que el distanciamiento social provocado por la pandemia ha impulsado nuevas formas de interacción laboral,
académica y social, pero más importante aún, una recuperación de la noción de “otredad”,
entendida como el reconocimiento de otros individuos que aún sin ser parte de la misma
comunidad, permiten a las personas asumir su identidad y construir “comunidades de
práctica”, caracterizadas por Wenger35 (2001) como colectivos que abordan varias
dimensiones de la vida social, lo que posibilita tanto consolidar un capital simbólico que
pueda aportar a la investigación social y a la transformación de los actores que han
intervenido en el proceso, como avanzar en procesos para compartir conocimiento diverso
pero útil desde los contextos de los cuales emerge y aquellos en los que pueda replicarse.
Es evidente que la generación y aplicación de conocimiento provoca varias sinergias
que debidamente articuladas inciden no solo en el desarrollo de temáticas específicas, sino
que constituyen una auténtica experiencia epistémica favorecedora de interacciones y
vínculos entre grupos de académicos, con inquietudes diversas, pero a la vez unidos por el
interés de explorar o conocer lo que acontece en la particular realidad que el investigador
experimenta y sobre la cual se plantea múltiples interrogantes, orientadas a una comprensión
eficiente e innovadora que permita intervenir de mejor manera en su propia realidad.
Aun cuando se parte de diferentes posicionamientos filosóficos, teóricos, científicos,
metodológicos y disciplinares habría que reconocer que en “Las tecnologías de la
información y comunicación en la educación latinoamericana: Modelos y tendencias de
uso” se advierte el surgimiento de un nuevo tipo de diálogo entre los supuestos de los que
parten los investigadores, los proyectos a trabajar y los resultados obtenidos, y que constituye
un espacio de apertura para conocer y discutir lo que los investigadores hacen y las formas
en que responden a problemáticas específicas en diferentes regiones de América Latina.
Coincido con Saavedra36 (2014) en el sentido de que las utopías son necesarias hoy,
porque vivimos-y seguiremos experimentando- momentos de inestabilidad, de crisis, de
pandemias, que exigen trascender constructivamente la realidad a partir de la reflexión
humana y el trabajo cotidiano, sobre todo aquel que anima a las personas a interactuar, compartir y expresar sus hallazgos, porque es así como se acrecentarán sus cualidades en
beneficio de sí mismos, de su entorno social e institucional y de la región.
En consonancia con lo hasta aquí expresado, resulta encomiable que los autores de
esta obra ofrezcan al lector la oportunidad de efectuar una lectura plural, desde diversos
ángulos y múltiples interpretaciones, que puede propiciar lo que Bárcena37 (2005) describe
como un tipo de deliberación “donde se incide en las condiciones que permiten que el otro,
libremente aprenda”. Sin duda que - en su faceta de aprendiz permanente- el investigador
reconoce la bondad del encuentro y de la intersubjetividad, así como de la conveniencia de
promover la escucha de las múltiples voces presentes en este texto, pues ello permitirá que
los destinatarios puedan reelaborar y emplear reflexivamente el saber aportado.

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