Reseña

El viejo poeta Rómulo Caicedo en una de sus inmortales letras, decía: “/qué triste estar ausente/, /de lo que más se quiere/, /las horas se hacen años/, /el alma tiembla y llora/”. Dicha sonoridad se convirtió en un emblemático canto al desamor, del que muchos hemos sido abatidos.Sobre esta misma senda, se encuentra la palabra creadora de Ramiro Ruales Jurado, donde hay un conjunto de tropos hechizados por el vaivén de la carne femenina.

Encontramos en su propuesta que, el cielo revienta cuando no hay fricción corporal en la tierra, el mar desborda su sal sobre las montañas agrietadas por la resequedad del carbón y el aire se calcina cuando
la llaga acaecida por el beso, en los labios, arde…

Leer los poemas que conforman este agraciado
libro, invitan a danzar junto con Mecano su “Cruz
de navajas”, en donde la piel femenina se muestra
resplandor para los ojos minusválidos de aquellos
hombres que no pueden soportar en sus manos el
magnetismo de la carne.