Reseña

Código azul desafía nuestras ideas sobre lo que significa sanar. Al contrario de muchos libros, no busca cerrar heridas, decir que todo está bien o contar una historia de hadas, como si la vida fuese un paseo por un jardín. Sin duda, es una decisión valerosa y arriesgada, pues no estamos hechos para mirar de frente el abismo.
Por tal razón, esta es una obra incómoda, poblada de sombras, y paradójicamente luminosa, pues es una apuesta radical y desaforada por la literatura como posibilidad de vida. Así, con la voz de quien ha atravesado la muerte —no solo una, sino muchas muertes—, Juliana Maz hace de estas páginas un bisturí que abre la memoria, y al mismo tiempo una forma de mirar al presente y de entender que, cuando existe el amor, podemos caminar de regreso a nuestro propio ser.
Este diario íntimo nos revela una infancia convertida en campo de batalla, una adolescencia marcada por el silencio, la culpa y la enfermedad. Y nos muestra, además, el testimonio de una conciencia adulta, despierta, que se atreve a nombrar lo innombrable; a narrar —con desalmada sonoridad poética— su historia, su cuerpo. Y en ese gesto valiente nos recuerda que, a veces, sobrevivir es una forma feroz de ternura.