Reseña

En los rincones más olvidados del mapa, donde el mar no pide permiso y la vida se construye con lo poco y lo propio, aún habitan los milagros. Isla Profunda no es un lugar: es un pulso, una memoria, un canto que sobrevive al viento y al tiempo. En sus casas de madera y corazón, florecen historias que no buscan aplausos, sino eternidad en quien las escucha. Esta es una de ellas: la de un niño que soñaba con volar, y de una mujer que le enseñó que el amor,
cuando es verdadero, también sabe poner alas... sin arrancar raíces.