Reseña

La Puerta No Estaba Cerrada es una historia íntima, poética y cargada de deseo contenido, que transcurre en un barrio cualquiera, donde la rutina esconde pasiones silenciadas. El narrador —joven, observador, sensible— se ve irremediablemente atraído por una mujer mayor, misteriosa y hermosa en su discreción. Ella vive sola, en la casa de al lado, y desde el primer cruce de miradas, algo se enciende entre ellos: una tensión hecha de gestos mínimos, silencios largos y una sensualidad que crece a la sombra de lo prohibido. A través de encuentros secretos, palabras no dichas y noches de lluvia compartida, se despliega una relación tan intensa como frágil, en la que el deseo lucha contra los fantasmas del pasado, los juicios ajenos y los propios miedos. Mientras la mujer se debate entre el querer y el poder, el narrador aprende que amar también es esperar, comprender y callar cuando hace falta. Esta es una historia sobre lo que no se dice, sobre lo que nace entre las grietas del silencio y florece cuando nadie mira. Un retrato sutil y profundo del deseo maduro, de la vulnerabilidad y de esa forma de amor que, aunque escondida, transforma para siempre.