Kentauria
La isla escondida
Autor: | Monsalve Moreno, Alirio Antonio |
KENTAURIA es una historia de ficción, cuya trama se desarrolla en una isla perdida en el sur del Océano Pacifico; lugar al que llega en 1492 un escuadrón de conquistadores intergalácticos que viajan por el universo a la velocidad del pensamiento, y que se ven forzados a aprender a convivir con los entes de la naturaleza que habitan esos territorios “desde los tiempos primeros”, como lo dice el sabio de los elfos. Ya establecidos allí, los visitantes desarrollan, tareas de observación y conquista de otros planetas de la Vía Láctea al tiempo que descubren los demás espacios de la Tierra y las especies más adelantadas de ella, con el ser humano a la cabeza.
En desarrollo de su trabajo de investigación, los conquistadores intergalácticos provenientes del planeta Kentar de la galaxia Andrómeda, abducen un número indeterminado de humanos de diferentes naciones del planeta; algunos de los cuales sobreviven a los experimentos a los que se les somete y se convierten en los primeros habitantes humanos de Kentauria, isla cuyo nombre es heredado del gentilicio de sus conquistadores extraterrestres: los kentauros.
Para los kentauros, la opción de conquistar el planeta y someter a la humanidad siempre estuvo latente, porque la dinámica que demostraron los seres humanos, tras el descubrimiento del continente americano, motivó su aplazamiento una y otra vez. Y además, el proceso de observación que adelantaron sobre los humanos durante más de 500 años les permitió denotar que nuestra civilización va por el mismo camino evolutivo que los encumbró a ellos como la especie dominante de Kentar. Y por su experiencia, ellos saben que la consecuencia natural del seguimiento de esa ruta evolutiva es que la diferenciación de las razas humanas y la práctica de hábitos diferentes puede hacerse cada día más profunda e invariablemente, desembocar en la aparición de varias subespecies humanas sobre el planeta Tierra; cosa que potenciaría aún más la conflictividad que hoy nos caracteriza.
Por lo anterior, los kentauros aprendieron a respetar a los seres humanos y en efecto, decidieron volver a su planeta, no sin antes dejarnos un obsequio que además de mostrarnos su lado espiritual, advierte las consecuencias desastrosas para aquellos pueblos y naciones de una u otra raza que no desarrollan sus verdaderas potencialidades y que, por ignorancia o falta de visión, han asumido posturas que fortalecen cada día la manía de esquivar el estudio de las ciencias y en consecuencia, anulan la posibilidad de desarrollar su propia estructura cerebral, motivando la inversión de su tiempo y recursos económicos en venalidades.