La Guajira, un horizonte dibujado en la palma de la mano
Autor: | Caicedo Licona, Pedro Adán |
Los poetas no conocíamos la maravilla a punto de descubrir. Por eso, desde el arribo a San Juan del Cesar, las miradas se encendieron, después de un aguacero que nos dejó una grata y mágica impresión, porque las calles colmadas del precioso líquido estaban inundadas y de repente, a los diez minutos de finalizada la lluvia, parecida a un diluvio, las avenidas y callejones se secaron, permitieron el paso de carros y peatones, como si una mano misteriosa borrase las pequeñas molestias del evento. Dos horas más tarde, bajo la custodia y el cuidado de la poeta y novelista Delia Rosa Bolaños y su esposo Ferdinand Daza, llegaron las presentaciones y los poemas, para encender los ánimos de los poetas que venían desde lejos.