Reseña

Alguna vez leí un mensaje asertivo de un escritor, cuyo nombre no recuerdo, donde expresaba que todas las personas adultas teníamos algo que aportar, algo que decir en el mundo de las letras, alguna historia que contar y que había que atreverse a hacerlo, aunque esa escritura no fuese sublime, no tuviera calidad poética o fuese una excelsa narración. Sí, historias vivenciales en la perspectiva en que en ellas tuve participación o injerencia, recreadas algunos años después, siguiendo los intersticios de la memoria, no siempre fidedigna, no siempre reproductora fotográfica de las situaciones, hechos, personajes, espacios paisajísticos, lo que produce una especie de versión aproximada de lo real subjetivo, de todo lo cual resulta una historia o relato evocado, teniendo como fuente inspiradora la memoria; pero también hay un pigmento de imaginación, elementos que combinados, -memoria e imaginación-, constituyen la esencia de la temática de estas narraciones, siguiendo las pautas de uno de los epígrafes de este libro: “el libro es una extensión de la memoria y la imaginación”.