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ISBN 978-628-7684-63-8

Las lunas de Penélope

Autor:Rueda Rúiz, Claudia Marcela
Colaboradores:Avila Pérez, Alfonso José (Editor Literario)
Herrera Lora, Rosa Alejandra (Coordinador Editorial)
Avila Bustos, Camilo José (Diseñador)
Sarmiento, Jorge Mario (Ilustrador)
Editorial:Santa Bárbara Editores E.U.
Materia:861CO - Poesía colombiana
Clasificación Thema::DCF - Poesía o poemas de poetas individuales
Público objetivo:General / adultos
Disponibilidad:Disponible
Estatus en catálogo:Próxima aparición
Publicado:2025-03-29
Número de edición:1
Número de páginas:160
Tamaño:15x22cm.
Precio:$72.000
Encuadernación:Tapa blanda o bolsillo
Soporte:Impreso
Idioma:Español / Castellano

Reseña

En Las lunas de Penélope la autora se desnuda ante un espejo cóncavo que le permite, además de otras cosas, mirarse el ombligo, y en él descubre la oscuridad de su propia alma. Este artefacto la atiborra de lunas en creciente y a la vez mengua esa mínima dosis de cordura que requerimos para sobrevivir. Se desnuda para los lectores, quienes, si agudizan la mirada, pueden avistar en sus letras las imágenes convulsas y alucinantes de una película que muestra en sus fotogramas, en los que se entretejen la realidad y la ficción, cómo se descorren los velos que ocultan el cardumen de sucesos en blanco y negro, y en ocres amargos, engarzados en saudades y quimeras que revelan su estar en este plano.

En el poema En medio de los dos, y en la sentencia de su último verso, plantea, como otros en el texto, una ardorosa visión filosófica en temas como la pérdida, el amor, la inexistencia, el miedo:

Te poseo ciega y crédula
en el desvarío esencial de mi existencia
Te pierdo
en el ineluctable miedo esencial
de tu existencia
Esperanza refundida
entre el devaneo y la orfandad
En medio de los dos
la pared del miedo
la voluntad de la nada

El amor, eje fundamental de lo dado y lo recibido, de la entrega y el vacío, de la tragedia y el embeleco, de las continuas resurrecciones del alma, y más que el amor, el desamor, el desencuentro, pues los dos son al fin y al cabo el reverso y el anverso de una misma moneda con la que se juega uno la vida.

Ella misma cuestiona a la palabra cuando surge innecesaria y cruel, cuando deambula sin ton ni son por el camino de la desventura y ensucia y arrasa con todo cuanto encuentra a su paso.

Coge a sus obsesiones y a sus fantasmas por los cuernos y se interna en los terrenos pedregosos y accidentados del devenir y en la ancha ceguera de la fe, de su fe, que la llevan a torear las vicisitudes para no caer en los intersticios informes y abismales de su existencia.

De otra parte, el erotismo en su escritura está signado por el cuerpo del deseo y por las ansias locas y obsesas de reducir el universo a una caricia y al fuego de los besos. Pero su carne cruda le recordará que ese cuerpo cuando fuere ausente cenará en otro plato.

En estas lunas, todas las mujeres que son ella, que la habitan y que confluyen en su todo roto, descocido, le hacen guiños para que se despabile y no ruede tanto, y se siente en una luna a descansar.


Anastasia

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