Reseña

Diez de la noche, una primavera fría; había llegado a Florencia con mi maleta en la mano. Bajé lentamente del tren, como saboreando la llegada; la ciudad me parecía callada. Buscando la dirección deseada, me encontré de improviso la Plaza de la Señoría; no había personas ni turistas, todo para mí. Recordé, por contraste, el patio de Zulaibar, donde crecí de niño. La Plaza de la Señoría, me dije, ¿Y yo aquí solo, todo para mí? El tiempo, el arte, el espacio, la historia. Todo lo que no conocía y sabía estaba allí, solo para mí.

[...] hasta aquí recuerdo yo, les dije; lo demás, es presente.