Sistemas de innovación inclusivos: una aproximación a su comprensión a través de la modelación basada en agentes y casos de estudio
La innovación se ha considerado como un medio para lograr diferentes tipos de fines organizacionales. Las empresas la necesitan para lograr ser más competitivas; los hacedores de políticas públicas se apoyan en ella para cumplir sus programas de gobierno; las organizaciones no gubernamentales y fundaciones la buscan para dar solución a problemas sociales y/o ambientales; y, en general, se puede decir que toda organización o persona la utiliza para conseguir sus objetivos. Joseph Schumpeter, al concebir la innovación como el proceso de destrucción creadora que es “el hecho esencial del capitalismo”,
anticiparía todo esto (Schumpeter, 2006, pág. 83). En este sistema económico, uno de sus supuestos fundamentales es que el mercado es el mecanismo que permite la asignación de los recursos escasos de forma más eficiente, el cual fue metafóricamente explicado por Adam Smith (1776) como una mano invisible que tiene la capacidad de autorregularse y lograr el bienestar social máximo a través de la búsqueda de intereses individuales. Sin embargo, más de dos siglos después de la prevalencia de esta perspectiva, vivimos en un
mundo con problemas de pobreza, hambre, salud, educación, desigualdad, contaminación, trabajo informal, sistemas sociotécnicos insostenibles, extinción de varias especies, cambio climático, entre otros; los cuales son evidencia de las fallas de este modelo y la necesidad de regularlo, llevando a que en el 2015 se adoptaran unas metas globales, llamadas Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con el fin de “erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos” (Naciones Unidas, s.f., pág. s.p). Sin
embargo, se podría decir que la innovación se ha concentrado más en lograr fines particulares, especialmente económicos, y no tanto objetivos comunes, como los planteados en los ODS.