Reseña

A pesar de que para muchas personas la iglesia cristiano– católica ha sido considerada como una estructura de pensamiento político hegemónico, en donde no hay espacio para los disentimientos, y mucho menos para las disidencias, por el voto de obediencia que hacen frente a la jerarquía, se puede evidenciar que a partir de la década de los años sesenta del siglo pasado, empezó al interior de la Iglesia Católica un fenómeno de renovación a fin de elaborar en ella una nueva pastoral que estuviera a tono con los tiempos modernos y con la realidad del pueblo latinoamericano; es decir, una pastoral que no fuera eurocentrista ni etnocentrista. Algunos obispos, sacerdotes y religiosas de América Latina, inspirados por el Concilio Vaticano II, por la encíclica Rerum Novarun, los documentos del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM); entre otros documentos, eligen la opción de una nueva pastoral, de una iglesia más comprometida con los pobres, los oprimidos y explotados del continente. Esa pastoral va a ser denominada «Teología de la Liberación» y fueron varios los misioneros claretianos que no permanecieron indiferentes frente a estas nuevas realidades. En virtud de ello asumen el compromiso político, social y religioso al lado de las comunidades negras e indígenas del Chocó; convirtiéndose en aliados indispensable para un proceso organizativo de dichas comunidades.