Los orígenes materialistas de las libertades y las (des)igualdades
Un estudio de las formas de poder de los pueblos indígenas, campesinos y “urbanos” en la historia de la humanidad
Autor: | Martínez Rivillas, Alexander |
La hipótesis que se trata de probar aquí es la siguiente: existen otras formas de poder
que organizaron a las sociedades humanas, las cuales no se pueden confundir con la
política. Estas cratologías diferenciadas son: el poder preagrótico, el poder agrótico, el
poder prepolítico y el poder político. Reconocer la existencia de otras instituciones
destinadas a la gestión del poder conduce a una ruptura “epistemológica” en la filosofía
en general, y en las ciencias sociales, en particular. Pues, usualmente, la cuestión del
poder es vista por estas teorías o disciplinas como una diversificación del poder
político. A veces se hace referencia al poder prepolítico, pero acudiendo a las
categorías propias de la teoría política moderna o contemporánea. En síntesis, la
filosofía y la ciencia son “urbanocéntricas” y “estadocéntricas”. Estas dos esferas del
saber nacen y maduran en las ciudades administradas por formas estatales de todo
cuño.
Este “sesgo cognitivo” encubrió sistemáticamente, desde los griegos por lo menos, las
diversas experiencias de la gestión del poder en sociedades anteriores a la agricultura
(preagróticos), durante la agricultura de desarrollo incipiente (agróticos), y durante la
formación de alianzas de pueblos agrícolas en los típicos estadios preestatales
(prepolíticos). Hoy se puede decir en letras mayúsculas: la visión “académica” del
poder entre los hombres ha respondido al interés de los grupos urbanos.
En cifras actuales, se ha proscrito de toda reflexión filosófica, especialmente, a una
parte importante de la humanidad, esto es, a más de 2.200 millones de seres humanos.
Indígenas, campesinos tradicionales, pescadores, recolectores, pastores, entre otros,
experimentan formas de gestión del poder en los bordes de los Estados o por fuera de
ellos, que no pueden identificarse con la esfera de lo político. En el pasado, la
participación de esta población rural o “rústica” era mucho mayor que la “urbana”, y
nunca fue el centro de las reflexiones filosóficas o científicas, al menos hasta el siglo
XX.