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Detalle
ISBN 978-628-7502-39-0

Abel González Chávez
un Satélite Fuera de Serie

Autor:González Oliva, Claudia Patricia
Colaboradores:Avila Pérez, Alfonso José (Editor Literario)
González, Karina (Diseñador)
Avila Bustos, Camilo José (Diseñador)
Gaydos, Cyril (Fotógrafo)
Herrera Lora, Rosa Alejandra (Coordinador Editorial)
Buelvas González, Fabian David (Coordinador Editorial)
Araújo Gámez , Rafael (Prologuista)
Editorial:Santa Bárbara Editores E.U.
Materia:927 - Biografía Personas en las artes y en recreación
Clasificación Thema::DNP - Reportajes, periodismo o colecciones de artículos periodísticos
Público objetivo:General / adultos
Disponibilidad:Disponible
Estatus en catálogo:Próxima aparición
Publicado:2022-06-25
Número de edición:1
Número de páginas:150
Tamaño:17x24cm.
Precio:$64.000
Encuadernación:Tapa blanda o bolsillo
Soporte:Impreso
Idioma:Español / Castellano

Reseña

Este libro es muestra en toda su magnitud a uno de los periodistas más queridos que ha tenido Barranquilla: Abel González Chávez. Aquí se presenta ante nuestros ojos con todo su periplo vital y las dimensiones humanas que lo cobijaron como padre y esposo, como periodista, amigo y creativo.

Fuimos amigos desde cuando llegué a su ciudad en 1967 y esa feliz circunstancia se prolongó durante muchos años durante los cuales forjamos una amistad franca, sin aristas y de mutuo compañerismo.

Ella se inició y fortaleció en Caracol Barranquilla y se acrecentó en Cali. Su llegada a esa ciudad se produjo cuando fuí trasladado en 1972, como director artístico de Caracol junto con Willy Vargas Gómez como gerente.

Cuando arribamos a Cali, nos dimos cuenta que necesitábamos personas de nuestra entera confianza y calidad profesional. Ya Willy, quien había sido gerente en Barranquilla, conocía a Ángel Romero Bertel como periodista y a Abel como vendedor. Les hicimos la propuesta para que se vinieran a Cali, el uno como director del Noticiero y el otro como Gerente de Ventas.
Si en Barranquilla hacíamos unas tertulias sensacionales en la Heladería Mediterráneo de la 72 en Cali, como estábamos mucho tiempo juntos, la transferencia mutua de pensamientos y pareceres se volvió material de todos los días.

Abel como periodista
En este campo yo no quisiera encasillar a Abel tan solo con esa denominación porque él fue más allá, abarcó mucho más, ya que dentro de ella recorrió todos los caminos que, en nuestro país, esta profesión exige. Fue un excelente vendedor. En efecto, él combinaba sus turnos de trabajo en cabina y cuando terminaba salía con maletín en mano a realizar la venta de publicidad que la Emisora requería. En esa actividad mezclaba su llamativa presencia y su forma de ofrecer el producto con una voz bien timbrada, melodiosa y llena de expresiones sencillas que eran del agrado de los futuros clientes.

En el programa Satélite desplegó toda su enorme capacidad periodística y de entrevistador. Memorables fueron las que realizó durante el tiempo que estuvo conduciendo el programa, especialmente las de Totó, La Momposina, Sebastián Viera, Teo Gutiérrez, Elvis Crespo, etc. En el libro encontrará el lector varias que le darán la exacta dimensión de su forma de preguntar.

Pero es que era tanto su bagaje de comunicador que en el programa se daba el lujo de hablar de política, de tecnología, de temas cívicos, de música, de cine, de libros y de muchos temas más. Las veces que yo llegaba a Barranquilla siempre lo escuchaba, algunas veces lo visitaba en el programa y uno se metía rápidamente en el tema que estaban tratando que se sentía dentro de esa tertulia. Porque eso era: una rica y deliciosa tertulia radial. De ahí mi expresión inicial: Abel abarcó mucho más en su dimensión de periodista.

Abel como creativo
La creatividad de Abel González era inmensa. No solo desde el punto de vista profesional sino también en su conversación con los demás. Escucharlo “filosofando”, dando consejos de todo tipo, describiendo un suceso y detallando pautas a seguir eran de una inmensa riqueza por lo que su receptor siempre quedaba satisfecho.

Creando programas y además colocándoles el nombre preciso, organizándolos desde adentro, es decir ajustando todos los tornillos para que la maquinaria pudiera funcionar mejor, guiando a los colaboradores, señalando la ruta a seguir y, en fin, siempre en pos de que el oyente o el televidente disfrutara.
Incluso él mismo creaba las cuñas de sus clientes, los slogans de los programas y en algunas oportunidades hasta la música de los jingles.

Abel como padre y esposo
Como es natural, mi visión de Abel como padre y esposo es externa, pero percibí en él una dedicación total a su familia y a su entorno. No he conocido un padre y esposo tan solícito como él. Estuviera en el lugar donde estuviera siempre estaba pendiente de la “Princesa y sus princesitas”, como le decía a su esposa Ingrid y a sus hijas. Preocupado como el que más de dotarlas de una buena educación y de principios éticos y morales a toda prueba. Nunca dio su brazo a torcer para que ellas tuvieran una formación integral, por eso era muy habitual en él sostener con ellas diálogos permanentes encaminados a suministrarles los mejores consejos y la mayor ayuda emocional posible para afrontar las vicisitudes que la vida les pudiera mostrar. A su esposa Ingrid siempre la quiso y prote-gió con todas las fuerzas de su corazón.

Abel como amigo
Disfruté muchísimo de su conversación y de sus diferentes puntos de vista sobre los temas que tocábamos.

Abel tenía el don de sugerir, enfocar, señalar, mostrar sus ideas y pensamientos de una manera tan clara, tan simple pero tan llena de sabiduría que cuando uno los digería tenía que aceptar que en gran parte tenía la razón. Mucha falta nos va a hacer Abel. Pero no solo a su familia y a sus amigos sino también a su querida ciudad Barranquilla porque a él se le puede aplicar la frase de Bertold Brecht: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”.

Rafael Araújo Gámez

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