Reseña

Emilia Ayarza, en gran parte todavía desconocida por el público, marca un hito en la poesía colombiana escrita por mujeres en el siglo XX. Es la poeta más sorprendente de su tiempo, una que se erige como la voz de todos y, en especial, de los marginados: las putas, las lesbianas, las madres solteras, las mujeres sin hijos y las estériles, las feas, las solteras, las monjas, los homosexuales, los drogadictos, los campesinos, los pobres, los delincuentes y los enfermos:
«Digo que vengan, porque soy múltiple, abundante y total.
Porque tengo el nombre de todos,
la estatura, el sabor, la corrupción, la bondad de todos.
Camino los pasos de un millón de pies,
estoy llena de besos, cubierta de vías,
multiplicada de sexos, de cartas y de olvidos».
Acá empieza el fuego, compilado y prologado por la poeta y editora Camila Charry Noriega para la Biblioteca de Escritoras Colombianas, contiene veinticinco poemas, una muestra de todos los libros, momentos vitales y los temas que ocuparon a esta extraordinaria autora: la palabra, el hijo, el sexo, la violencia y la tierra.