Contribución al conocimiento de las estrategias de respuesta al fuego de plantas de la Orinoquía colombiana
Autores: | Castro Lima, Francisco Meza Elizalde, María Constanza |
Colaboradores: | González Delgado, Tania (Coordinador Editorial) Armenteras Pascual, Dolors (Coordinador Editorial) |
En Colombia, los patrones espaciales y temporales de los incendios están relacionados con el clima y las actividades antrópicas. La mayor actividad de incendios ocurre en los meses más secos (diciembre, enero, febrero y marzo), aunque también ocurre un breve periodo de sequía e incendios hacia mediados de año. Cuando la estación seca es severa y prolongada, la intensidad de los incendios puede ser mayor, este tipo de patrones se exacerban en los años en los que ocurre el fenómeno de El Niño-Oscilación del Sur (Armenteras-Pascual et al., 2011).
ECOLMOD ha identificado, que durante los últimos 20 años (2001-2020), en promedio, cada año se queman 1’913.751 ha de vegetación en la región de la Orinoquía, 84.531 ha en la Amazonia, 81.608 ha en el Caribe, 30.782 ha en la región Andina, y 11.485 ha en la región pacífica. Evidenciando que la región Orinoquia es la que presenta la mayor frecuencia de incendios y la mayor extensión de área quemada. Esta región está conformada principalmente por sabanas naturales, Romero-Ruiz et al., (2010) analizando los patrones de los incendios en las sabanas naturales de la Orinoquia Colombiana, encontraron que el área quemada en dichas sabanas corresponde entre el 3% y el 6% del área de vegetación herbácea quemada a nivel mundial.
Aunque el fuego tiene un gran potencial destructor cuando se representa en incendios forestales, este también desempeña un rol ecológico importante en los ecosistemas. En el caso de las sabanas naturales, se considera que este es un bioma adaptado al fuego, es decir, que sus especies tienen características para responder de forma positiva al fuego (Myers, 2006) y se requiere el fuego en un régimen adecuado para que se mantenga el ecosistema. Incluso en estas áreas el fuego cumple un papel importante en el mantenimiento del equilibrio en las transiciones bosque – sabana y sus dinámicas ecológicas (Oliveras y Malhi,2016). Pero, por otro lado, los bosque son un ecosistema sensible al fuego, es decir, sus especies carecen de adaptaciones para responder al fuego, es por ello que la mortalidad es muy alta incluso cuando la intensidad del fuego es muy baja (Myers, 2006).
Sin embargo, en estas zonas de transición entre los ecosistemas dependientes al fuego y ecosistemas sensibles al fuego, no se ha documentado extensamente el papel del fuego y por ende no se reconoce su rol en el mantenimiento de la diversidad, como, por ejemplo, en la creación de hábitats que favorezcan la abundancia de ciertas especies (Myers, 2006). Tampoco se conoce con claridad las características de las especies que les pueden conferir la capacidad de responder de forma positiva al fuego, a excepción de las POACEAE Y CYPERACEAS. De acuerdo con lo anterior con esta publicación queremos indicar algunas de las especies de plantas de habito arbóreo y palmas que han reconocido las comunidades y los investigadores, como especies que tienen la capacidad de resistir el fuego o de recuperar sus poblaciones después del fuego.
Esperamos que esta publicación sirva de guía a comunidades e investigadores y los motive a aunar esfuerzos para estudiar la ecología de las especies asociadas al fuego, y así aportar al conocimiento de la respuesta de los ecosistemas ante los incendios forestales.