Reescribir a Alice Munro
Experimentos de lectura creativa con Flannery O'Connor, Ernest Hemingway, Julio Cortázar y Ana María Shua
Colaboradores: | Pino Posada, Juan Pablo (Editor Literario) Navarro Bohórquez, Danielle (Editor Literario) |
REESCRIBIR A ALICE MUNRO:
Experimentos de lectura creativa con Flannery O’Connor, Ernest Hemingway, Julio Cortázar y Ana María Shua
Este libro surge del interés por indagar en las posibilidades creativas del estudio de una obra literaria. ¿Podemos dar cuenta de la comprensión de un relato a partir de la escritura de otro? En el Semillero de Narrativa y Hermenéutica Literaria de la Universidad EAFIT hicimos el ejercicio de creer que sí y nos embarcamos en el experimento de estudiar a Alice Munro mediante la propia confección de textos narrativos. Cada cuento leído de la autora canadiense dio lugar a otro cuento, escrito esta vez por un semillerista. Quisimos explorar un tipo de hipertexto adicional que se sumara a los ya clásicos metatextos de la reseña, el comentario hermenéutico, el artículo científico, y que, como ellos, fuera la materialización de una ganancia epistemológica a propósito del contacto con el texto semilla.
Cada nuevo cuento, ahora bien, tuvo que cumplir con dos condiciones. En primer lugar, el semillerista se sirvió del universo narrativo, esto es, del mundo ficcional, provisto por el relato munroniano. Por lo general, de dicho universo se extrajo la porción decisiva de la fábula (el momento justo de la traición, de la confesión, de la epifanía, del asesinato) pero también hubo casos en los que el material usado fue el estiramiento de algún hilo argumental bajo la forma de precuelas y secuelas plausibles (la prehistoria no contada de una depresión, el pecado futuro de un personaje secundario). La segunda condición pertenece ya al plano expresivo: el semillerista moldeó la materia prima de acuerdo con leyes de composición postuladas por autores representativos del relato breve. Así pues, si Alice Munro suministró la fábula, Flannery O’Connor, Ernest Hemingway, Julio Cortázar y Ana María Shua contribuyeron con las poéticas. El entramado resultante es autoría, ciertamente problemática, del lector-escritor. Por eso el producto se llama reescrituras.