Reseña

—Señorita, si debemos salir de emergencia por algún motivo, no cargaré con ninguna de esas maletas, le faltó empacar su cama —se bajó las gafas y me miró con rabia. Me di cuenta que había llorado, hoy amaneció con sus pupilas de color naranja. Mientras esperábamos nuestro vuelo, llamé al Padre para reportarnos, ya no es tan frecuente sus llamadas.
—Buenos días -la señorita se cruzó de piernas y miró a otro lado, y casi de manera inmediata se levantó.
—Buenos días ¿cómo está tu purgatorio? —dijo en tono de chanza.
—Caprichosa -podía hablar con tranquilidad, ella caminaba en dirección al baño-. Ahora vamos camino a Dubái.
—¿A dónde? -el Padre alzó la voz.
—A uno de los mejores planes turísticos, cuando usted me dijo que ella quería conocer el planeta pensé que su interés se basaría en otras cosas —era cierto, pensé que quería interactuar con la naturaleza.
—Se a lo que te refieres, pero ten la certeza, ella sabe lo que hace, siempre lo sabe —dijo y lo escuché suspirar—. Aunque no la comprendas. Escúchame muy bien, la diosa nació con un don muy grande, es diferente y una gran revelación para nuestros escritos. Por eso te digo que todo está cambiando, ya no sólo manipula y hace parte de un elemento, ahora ella experimenta revelaciones y esta vez presiento que se interpondrá en los deseos del señor del Universo.
—No lo sé, a veces siento... —miré al baño de mujeres, aún no ha salido.
—¿Sigues molesto? —¿qué le puedo decir?
—Es que... —me detuve, ¿cómo le digo que ella logra mandarme corrientes eléctricas y que se concentran en una parte específica de mi cuerpo?

Se dice que se debe sufrir en nuestro linaje cuando volvamos a coincidir en el mismo tiempo. Pero conmigo no será así, seré el primer portador de la sangre del universo que romperá ese lineamiento.