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ISBN 978-958-56207-1-1

Sobre la palma del tiempo

Autor:Luján, Luis
Editorial:RenasCentro Ateneo Literario
Materia:861A - Poesía argentina
Colección:Poesía
Publicado:2017-11-15
Número de edición:1
Número de páginas:85
Tamaño:27.9x21.6cm.
Precio:$25.000
Encuadernación:Tapa blanda o bolsillo
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Reseña

“Siempre es de noche cuando el hombre muere”

En una constante reflexión sobre el lenguaje y la poesía, asistimos al nacimiento del libro Sobre la palma del tiempo del poeta argentino Luis Luján. Y esta búsqueda es, a su vez, una revelación sustancial de la palabra. Como “formas caídas del silencio”, sus poemas atizan el mundo, lo remueven, lo incendian y lo llevan a su origen, a su estado más primitivo, para encontrar allí aquello que se esconde pero que intenta definirnos. Es decir, como quién observa a contraluz, todo lo que nos rodea se transforma en una página en blanco, casi transparente, por donde mira el poeta y traduce y escribe sus formas:

“Leo la tierra como un libro sagrado / Descifro la marca que el viento ha dejado en la piedra / Indago en los árboles mi herencia / la eternidad dormida /la matriz inicial”.

La palabra es un espacio donde se cuestiona la realidad, y donde se define, a partir de una incógnita, un “algo” cercano al corazón del hombre. Sobre la palabra del tiempo es un libro que puede asociarse a la poesía del pensamiento, a ese orden metafísico del silencio, ese lugar que hay entre la indagación, la emoción y las ideas. El poeta, —más acertado es decir “el hombre”—, se define como lenguaje, que es a su vez un algo indefinido, una exploración, una premisa inconclusa.

Y, desde luego, esa ascendencia existencial está ligada al tiempo que es otra forma de lenguaje:

“El silencio es la sangre del tiempo / Mi sangre es tiempo detenido / un río circular que no me lleva /una forma de entender lo callado / lo que siempre estuvo /lo que nunca se dijo”

En el trabajo de Luis Luján el tiempo es silencio y resonancia, el tiempo es expresión, por lo tanto, el tiempo también es poesía. Es allí donde se mueven los elementos, es él quien resignifica las cosas. “En el vaivén de las hamacas”, en el pájaro que muere, en el árbol que crece, y en los ojos que lo contemplan.

Pero esta contemplación es doble, no se puede ver afuera sin mirar adentro. Como los expresionistas, lo que se observa también está distorsionado por el fuego interior, de allí que esta búsqueda sea un particular que desemboca en una poesía unitaria que tiene un logrado equilibrio entre emoción y pensamiento. Con un ejercicio consiente de la poesía, con una urdimbre concreta del verso, Luján, nos lleva por un camino luminoso con focos de oscuridad, lleno de aciertos poéticos:

“Siempre es de noche cuando el hombre muere / cuando la distancia le golpea el oído / y es tierra en vez de sangre / lo que va por sus venas/ Cuando llevan al muerto en procesión callada / las flores sucumben a su paso / mueren tanto de verlo con su quieta sonrisa / y es inútil al muerto su entereza”

Morir es nacer afuera ha dicho el poeta, también argentino, Hugo Mujica. Cuando aprendemos a ver, cuando la poesía nos mueve la tierra, asistimos también a un nacimiento. El hombre, o el poeta, no puede volver a ser el mismo. Inicia una incertidumbre que también es una conciencia de las cosas, el “barro final”, “un árbol desvelado que madura el día”:

BARRO FINAL

La tierra está quieta en el espacio
lo que gira es el árbol

Una boca mineral y oscura
muerde su raíz

El espinillo resiste en el tiempo
barro final en que morirse

Un árbol desvelado que madura el día
arrastra en su fragancia al planeta vencido


Con gran destreza, Luis Luján nos señala el misterio del mundo y los secretos que encierra la poesía. Celebramos entonces este arder de la palabra, esta procesión de formas que palpitan en esta extraña y bella palma del tiempo.

Por Henry Alexander Gómez

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