Reseña

El camino de la Cruz, Vía Crucis, tiene su origen en el recorrido de los antiguos peregrinos de Jerusalén que seguían física y espiritualmente los pasos de Jesús en la Vía Dolorosa de su Pasión.
La devoción se extendió por la Iglesia medieval con variaciones locales por el número de estaciones y los misterios meditados.
El concilio Vaticano II nos invita a celebrar la Redención operada por Cristo en la Cruz y también la Gloria de la Resurrección, inseparable de la Pasión “Dios me libre de gloriarme si no es en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo” (1).
En cada ordenación sacerdotal, Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote participa al presbítero su propia cruz, que es Pasión y es Gloria: “Cristo, santificado y consagrado por el Padre. se entregó a Sí mismo por nosotros para redimirnos y así, por su Pasión entró en la Gloria; de semejante manera los presbíteros mortifican en sí mismos las obras de la carne y se consagran totalmente al servicio de los hombres”(2).
El Viacrucis que ofrecemos es Pascual y Sacerdotal pues se refiere a Cristo resucitado que vive en el ministerio de los presbíteros, lo cual se resume con palabras de Jesús y de sus apóstoles: “Era necesario que Cristo padeciera y entrara así en su gloria”; “Los profetas anunciaron los padecimientos de Cristo y las glorias que vendrían después” (3)
Como decimos en la Presentación, pag 3 inauguramos el Viacrucis Pascual y Sacerdotal, en lámina de aluminio, en la Parroquia de San Joaquín y Santa Ana
La actual publicación contiene los textos de la liturgia de esa ocasión con fotografías de las imágenes que se conservan en la capilla lateral de la iglesia.
Además de emplearse como oración del Viacrucis, puede usarse en horas santas, delante de la Eucaristía, en meditación personal o en pláticas pastorales.
Es práctico buscar en la Biblia el texto ampliado de las citas que aparecen en pie de página en cada estación.