El deseo y la formación La carne
Autor: | Vargas Guillén, Germán |
Colaborador: | Espinosa Galán, Víctor Eligio (Editor Literario) |
La investigación sobre la síntesis pasiva da cuenta de la tesis: lo que auténticamente “sabemos” —valores, formas de actuar, expresiones gestuales, etc.— es lo que encarnamos. Por supuesto que el pensar, la reflexión trascendental que lleva a cabo el yo puede o no llegar a ser encarnación: de valores, de formas de vida, en la praxis. Sin embargo, no todo lo que llevamos a cabo como sujetos en el mundo de la vida es activamente conducido por la reflexión con la cual el sujeto trascendental, el de la reflexión o el que razona, guía la voluntad; antes bien, lo aprendido y encarnado, en síntesis pasiva, es el “efecto de la formación”, el resto, lo que queda cuando no tenemos que pensar para actuar: cómo consentir la acción de un hijo con un gesto, cómo conducir un vehículo, cómo pronunciar una palabra o crear una frase en una lengua distinta de la materna, cómo diferenciar la caricia de la agresión, qué hacer frente a la amenaza y el peligro físico, cómo reaccionar ante un atraco, cómo actuar ante el peligro de un niño, etc. Todo eso lo “sabemos” en síntesis pasiva, actuamos a partir de ella. Esta síntesis pasiva es un ámbito o bien desconocido o bien ignorado en la investigación sobre la formación, en general; y, de manera especial, en la formación filosófica.