Reseña

Tras la heroica defensa de Cartagena de Indias y la retirada de los británicos, a las infames acusaciones realizadas contra don Blas de Lezo por el Obispo Gregorio Molleda, se le unirán las del virrey Eslava, Carlos Desnaux y Pedro de Mur, quienes lo señalarán ante
el Rey de España, de cobarde hasta ladrón.
El fuerte carácter de don Blas de Lezo le impedía condescender con su principal difamador que era el Virrey, y enterado del contenido de sus escritos para la Corte, redactó los propios.
En España dispondrá el Rey, en octubre de 1741, la destitución del Ilustre Marino vasco, ignorándose que había fallecido este en Cartagena de Indias el pasado 7 de septiembre. Sobre la muerte de don Blas de Lezo, escribirá más de 20 años después don Gutierre
de Hevia y Valdés, marqués del Real Transporte “…todos saben cómo se portó aquel Comandante General, y la gran parte que tuvo toda la Marina en aquella defensa, cuyo Cuerpo ha llorado, y llora la pérdida, y muerte de un General semejante, que se dice haberle sobrevenido por una bien rara, y casual desgracia…”.
Será en 1760, diecinueve años después de su deceso, que el desagravio tendrá lugar y la memoria de don Blas de Lezo será honrada con el marquesado de Ovieco “para oropel de sus hijos”, como lo había deseado en vida don Blas de Lezo.
El lugar de su tumba sigue siendo un misterio, pero se persiste en su búsqueda, con el fin de erigirle un merecido monumento a su memoria, mientras tanto la llama de su recuerdo se mantiene viva en los corazones de cartageneros y españoles.