Palabra decana
Autor: | Corporación Recreativa y Cultural de Santander |
Presentación
Este libro que la Corporación Recreativa y Cultural de Santander -CORRER- entrega en 2015 corresponde a 23 años de intervención cultural ininterrumpida en las cárceles de la región. Reúne lo mejor de la producción escrita por internos, profesionales amigos y maestros, en géneros diversos que van desde la tesis hasta la epístola, constituyendo un completo discurso en torno a la prisión que busca una entrada a la biblioteca como un libro de consulta pero también de deleite para todo aquel interesado en el mundo sui generis que está más allá de los muros.
Palabra de-cana representa la expresión de aquello más difícil de doblegar en cualquier condición de opresión: el pensamiento. Pueden encarcelar el cuerpo, restringir incluso el uso del habla; pueden persuadir al cuerpo a que obedezca, pero resulta más complicado convencer al pensamiento a que se comporte como no desea. El pensamiento es la trinchera desde la que hombres y mujeres de carácter resisten y sostienen sus historias personales, aún cuando el exterior de sus vidas se desfigure. Es preciso, sin embargo que una oportunidad de expresión del pensamiento esté al alcance, pues no siempre es así. Es cuando CORRER interviene y cataliza procesos de liberación de las potencias reprimidas en los internos e internas proporcionándoles una ocasión de expresarse y de existir por fuera de la rutina en la cárcel.
Las oportunidades que se ofrecen a los internos se enfocan en el arte como vía de liberación, de conocimiento y de participación en la sociedad. El arte es una de las formas en las que el ser humano habita en el planeta. Es paradójico que en algunos seres humanos tengan que entrar a la cárcel para reencontrarse con el arte que los habita, pero así sucede en ciudades como Bucaramanga, que no tienen muchas opciones como ésta de la que sí disfrutan sus reclusos.
Las limitaciones presupuestales generan que los grupos de internos e internas beneficiados no pasen de 90 o de 100 por programa. Sin embargo, se sabe que es bien aprovechado el tiempo y el acompañamiento de profesionales y que los participantes tienen la opción de hallar en el arte no sólo un camino de expresión sino incluso, en algunos casos y por qué no, una profesión y un oficio. Las artes que se cultivan en los talleres, de manera más recurrente, en estas casi tres décadas, han sido la música, las plásticas y la literatura.
Este documento que el lector tiene en sus manos corresponde a una recopilación de los textos que se han publicado y de los talleres de literatura que se han realizado. De igual manera incluye dos textos que decidimos incluir por su inestimable valor histórico que corresponden a Orígenes de la prisión y su constitución como pena (Universidad La Gran Colombia, 1987), tesis de grado del abogado Erwin Ortiz Latorre (1952-2012) y La resocialización en la Cárcel Distrital Modelo de Bucaramanga de Pedro Chaparro, interno cuyo liderazgo ayudó a organizar además de los llamados caspetes y las aulas para estudiar, un diccionario de jerga carcelaria que acompaña este artículo aquí publicado.
Con la inclusión en Palabra de-cana de la tesis de grado como abogado de Erwin Ortiz Latorre, Orígenes de la prisión y su constitución como pena (Universidad La Gran Colombia, 1987), perseguimos dos fines. El primero, es iniciar esta recopilación con la exposición de un punto de vista con respecto a la cárcel como dispositivo de castigo, cuyo principio no es natural ni ha sido eterno, sino que, al contrario, posee un comienzo bien establecido en el mundo como parte indispensable del Capitalismo como sistema político y económico que lo gobierna y que, en Colombia, constituyó una extensión imitativa de las prisiones imperiales europeas y norteamericanas. El segundo fin de esta introducción es honrar la memoria de quien fuera un hombre comprometido sólo con la máxima aspiración humana, la libertad, arraigada ésta en su ser y en sus acciones con la convicción del árbol mejor plantado: el abogado Erwin Ortiz Latorre.
La crítica lucidez y el carácter de Erwin Ortiz le permitieron una existencia ajustada a sus convicciones. Hizo de la época una oportunidad de libertad para su espíritu, aprovechando las ventajas que los tiempos ofrecieron para el conocimiento de sí mismo y de las culturas. Era un cultor de la historia y las ideas de la Revolución Rusa y un destacado líder político en su región. Llegó a ser Concejal del Municipio de Guadalupe. Gran viajero, su conocimiento cruzaba los continentes, en pertenencia del viento, nómada por convicción y por encanto. Como este volumen sobre el origen de la prisión, existe también una novela suya que recopila los saberes, costumbres e idiosincrasia de los pueblos Rom conocidos y defendidos por él, orgánicamente.
Las influencias bibliográficas de esta tesis de grado la enmarcan en las producciones más progresistas de su tiempo en Bucaramanga. Sus descubrimientos en materia de la inocuidad y obsolescencia de la prisión en Colombia (y en el mundo) como dispositivo resocializador, desenmascaran lo absurdo e inapropiado del sistema penitenciario y aportan elementos de inocultable actualidad al debate sobre la existencia misma de la privación de la libertad y las condiciones insostenibles en las que miles de personas hunden su humanidad en las prisiones.
Por su parte, el invaluable documento que continúa, La resocialización en la Cárcel Distrital Modelo de Bucaramanga, está elaborado por el saber popular de un hombre que conoció de primera mano la vida carcelaria. El recordado Pedro Chaparro nos presenta un texto crítico que data de los años 90, en el que describe una situación que no ha cambiado, antes bien, ha empeorado desde el momento de su escritura hasta ahora. Su experiencia fue la de encontrar en La modelo un penal desorganizado que intentó componer, junto a otros compañeros. Toda esta historia se encuentra descrita con precisión en el texto. Seguidamente, da paso a la exposición del diccionario del argot carcelario que reproducimos en su totalidad.
Al recorrer estas páginas de jerga carcelaria, se experimenta que el cambio en el uso del lenguaje en prisión es un suceso de gran interés. De lenguaje, de palabras, está hecha también la prisión, como cada aparato o herramienta humana. En efecto, en la cárcel el ser humano se somete a la palabra “culpable” o a la palabra “sospecha”. Fuera de la cárcel quedan todas las palabras que él ama: las que indican su lugar u tiempo propios, las que nombran a su familia, su trabajo, su bienestar. Más allá de los muros, la existencia se vira en todo sentido. Es como si el ser estuviese en un estado psíquico: al encontrarse despojado de su hábitat propio y trasplantado en contra de su voluntad en un espacio y tiempo completamente ajenos, sólo cuenta con el contenido de su propia psique para defenderse en esa otra intemperie que es el encierro. El lenguaje es la primera situación que cambia en prisión y este fenómeno lingüístico puede ser registrado en la mayoría sino todas, las cárceles del mundo. Como forma de contribuir al estudio de este suceso, la edición de este diccionario de Pedro Chaparro, unida a la contextualización que el autor hace de la prisión de Bucaramanga, forman un documento de incalculable valor.
La serie de publicaciones de literatura carcelaria que en estos años hemos realizado, están incluidas como forma de conservarlas en un solo documento y de preservarlas así del deterioro y la pérdida. De las publicaciones más antiguas no guardábamos sino pocos ejemplares y calculamos que su valor documental puede interesar a las nuevas generaciones de investigadores de la problemática carcelaria. Estas publicaciones guardan la memoria de años de realización de talleres de literatura en las cárceles, en los que intervinieron poetas, escritores, periodistas y otros profesionales que aportaron cada uno su estilo y su conocimiento a los internos e internas en la busca de un acontecimiento expresivo. Cada libro contiene una introducción particular escrita por su tutor correspondiente, por eso, no es necesario extendernos en sus presentaciones, pero sí insistir en que es en las cárceles en donde los seres humanos comunes y corrientes, que nunca contaron con una formación académica, por ejemplo, escriben más frecuentemente, con o sin taller de literatura que los oriente. El hecho de cómo, qué cantidades y acerca de qué escriben los internos e internas es un hecho que constituye una verdadera mina de gemas preciosas para quien guste del estudio de la mente humana y sus comportamientos paradójicos.
Como muestra de ese gusto por escribir que suscita el encierro, publicamos dos cartas que internas nos dieron al vuelo en nuestras visitas de estos años. Con seguridad, en alguna otra publicación ampliaremos este capítulo epistolar con el que cerramos este volumen de La palabra de-cana. Entre otras perlas que pueden encontrarse entre el fango del mundo, las cartas son el tesoro que se descubre salvaje en las prisiones.
Liberamos hoy estas palabras en la convicción de que hemos servido a un solo propósito vital durante todos estos años que no ha sido más que el gusto por contribuir en algo a las gentes en prisión, a quienes encontramos en todo similares a nosotros, incluso más poseedores de una belleza y un poder adicionales, como dice Franz Kafka en El proceso, “Cuando se tiene la perspectiva visual adecuada, se encuentra que, efectivamente, la mayoría de los acusados son guapos”. El trabajo carcelario ganó nuestro corazón y con este documento pretendemos que conquiste más apreciaciones solidarias para que la brecha inenarrable que separa la prisión de la gente que vive afuera se venga a menos en la comprensión de que somos iguales a estos seres que sufren y pagan por los males de una sociedad enferma.
Angye Gaona
Miembro de la Corporación Recreativa y Cultural de Santander CORRER