Modelo productivo para el cultivo de algodón en el Valle cálido del Alto Magdalena (Paquete Tecnológico)
Autores: | León Sarasty, Jorge Barragán Quijano, Eduardo |
La cuenca hidrográfica del Alto Magdalena abarca 5.536.700 hectáreas (55.367 km2), comprendidas desde el nacimiento del río Guarinó y enmarcadas por las cordilleras Central y Oriental de Los Andes colombianos; cubre los departamentos del Huila y Tolima, y parte de Cauca y Cundinamarca. Sus alturas varían desde 180 metros en el extremo norte, hasta un poco más de 5.200 en el Macizo Colombiano de la Cordillera Central (IGAC, 1984).
El Valle cálido del Alto Magdalena está conformado por zonas de clima cálido y húmedo, con altitud menor a 1.000 metros y precipitaciones entre 2.000 y 3.000 mm, y zonas de clima cálido y seco con altitud menor de 1.000 m y lluvias de 1.000 mm (IGAC, 1984).
En su parte plana atraviesa los departamentos del Tolima y Huila y el suroccidente de Cundinamarca, con un área aproximada de 956.000 hectáreas, de la cual el 51% es apta para cultivos comerciales de clima cálido y el resto se utiliza en actividades de ganadería extensiva, a menos que presente limitaciones en su uso por causa de la erosión. La parte plana dedicada a la agricultura comercial pertenece al clima cálido, con alturas entre 300 y 1.000 metros, rango donde es posible encontrar desde climas muy secos (alrededor de Aipe, en Huila), hasta climas húmedos (meseta de Chaparral en el Tolima). En todo caso, predomina el área seca, que requiere riego suplementario para disminuir los riesgos en la agricultura (Castro H., 1996).
En el Valle cálido del Alto Magdalena, el cultivo del algodonero ha estado localizado tradicionalmente en zonas con temperaturas superiores a 24 ºC; sin embargo, por sus características de producción pueden diferenciarse cinco zonas algodoneras:
En Tolima y Huila es mayor la proporción de productores algodoneros que cultivan en fincas arrendadas (63%) que en propias (36%); el restante 1% realiza un tipo de explotación denominado “sociedad al partir”, que consiste en establecer el cultivo en compañía con el propietario de la tierra, entre cuyo aporte se incluye el valor del arrendamiento (Norato, 2003).
Los calificados como medianos productores, que representan cerca del 20%, tienen mayor capacidad de capital, disponen de maquinaria en buenas condiciones de mantenimiento, y por lo general contratan mano de obra y ni ellos ni sus familias participan directamente en las labores de campo. En su mayoría habitan en una vivienda confortable en el pueblo o la ciudad, y poseen niveles de educación mínima secundaria, con proyección hacia la formación universitaria; en este grupo se ubica la mayor parte de los ingenieros agrónomos, que operan principalmente como asistentes técnicos de algodón; además realizan buen manejo del crédito, y por eso son apoyados con menor dificultad por las entidades financieras.
Los dos últimos estratos, grandes y muy grandes productores, que representan el menor porcentaje, son los empresarios con mayor capacidad de uso de los medios de producción, como capital, maquinaria, insumos y tecnología, aunque no siempre logran ser los más eficientes en cuanto a productividad (Norato, 2003).