Reseña

Creo que desde muy joven, casi niño, Fernando Vargas Valencia adquirió un compromiso total con la palabra en cuanto ésta sirva para decir la verdad -la interior y la social- que emerge siempre del fondo de las almas buenas. Porque la palabra así soñada, es el único símbolo para las empresas del alma como es la poesía, ruidosa orquestación de luz para el concierto. Y es que este libro es precisamente eso: un concierto interior para el mundo porque en la mano de Fernando Vargas Valencia todo es ritmo y si de su lápiz se trata, uyen cadencias como que es constante de su poesía la música que implica al Hombre, a la sociedad, al amor. Cadencia que viaja sus arterias, atropella en sus venas, estalla en su voz y en sus manos. Palabra y música es la alianza perfecta del poeta en el ejercicio vital de sus ocios amatorios, de sus deseos y sus nostalgias. Palabra y ritmo para el encuentro con el "hombre a diario" que a su lado pasa perseguido y doliente; el que canta sus recuerdos o sus esperanzas como la última nota del piano de Bernard Font o cuando gime sin importarle que tú seguías bailando " a la espera de mis tambores órcos". "Épica de los Desheredados", "Silencio Transversal", "Canto Abacua" son, entre otros, los títulos de sus poemarios de resonancia social y de intimismo que ahora recoge en una selección antológica para "Caza de Libros" a n de congregar sus viajes, sus residencias de amor y sus protestas a nombre de los perseguidos, porque Fernando también trabaja y escribe en defensa de los derechos humanos, actitud profesional que engrandece y explica la sensibilidad de sus versos. Repito y reitero lo que dije para otro de sus libros: "Fernando Vargas Valencia a pesar de su juventud tiene una carga vivencial plena de amor con duelos, olvidos, mucha música y distancias viajeras".