Sólo queda gritar
Autor: | Martínez Pinzón, Felipe |
LAS PALABRAS DEL EQUILIBRISTA Mi poesía es una cuerda templada. Ahí me paro, cómodo e impresionado, a mirar el mundo a punto de caer. ¿El mundo? ¿Yo? Sudando en esta palabrería de equilibrista, mis versos templan los miedos al vacío, suavizan el aire, impidiéndome caer. DETRÁS DE ESTA PÁGINA Me gustaría poder escribir lo que callo (que es poco, no hay quien mejor lo sufra), lo silencioso, lo que trago en babas de olvido. Cuando escribo esta palabra, callo las otras sin saberlo. Me gustaría leer el revés de este papel mientras escribo, por un lado, con un espejo o con un carbón. Así me descubriría en lo que más quiero y no puedo encontrar, que me obliga a terminar esto con la bala de mi punto, redondo como un ojo para ver lejos de las tareas olvidables cómo se apoya en el espacio todo lo que no ha de hacerse sonido nunca: ¿qué hay? CUANDO VUELVO A ESCRIBIR Mientras yo dormía mascando una mortaja, murmurándola como un Lázaro que aprende un nuevo idioma, un murciélago salió de mi boca rompiendo las telarañas, tocando sus débiles cuerdas que se engrosaban en el espacio, esparciendo el polvo, desordenando el silencio, desplumándolo y haciéndolo silbar en pequeñas caracuchas mojadas que la luz abría y cerraba como ojos.