Reseña

El amor propio no es egoísmo.
No es creerte más que otros.
Y tampoco es solo ponerte mascarillas o repetir afirmaciones bonitas frente al espejo, aunque esas cosas pueden ayudarte si están acompañadas de verdad.
El amor propio es una decisión.
Es la decisión de no abandonarte más.
Es mirarte con compasión, incluso cuando fallas.
Es dejar de exigirte desde el castigo y comenzar a acompañarte desde el respeto.
Es dejar de esperar que otros te elijan para por fin elegirte tú. El amor propio no es algo que se alcanza una vez y ya. Es una práctica diaria. Es una forma de vivir.
Es observar cómo te hablas, cómo te cuidas, cómo te tratas cuando nadie te ve.
Es saber poner límites sin culpa, pedir ayuda sin sentirte débil, dejar de mendigar atención o amor porque reconoces tu valor sin necesidad de validación externa. Amarte no significa tener todo resuelto. Significa estar dispuesta a mirarte sin miedo y sostenerte con ternura en medio del caos.