Reseña

El 17 de enero de 2019 la Escuela de Cadetes de Policía General Francisco de Paula Santander fue escenario de uno de los actos terroristas más crueles que ha vivido la capital colombiana durante los últimos años; se hace referencia a la explosión de un carro bomba al interior de este centro de formación policial, cuyo saldo trágico se establece en la pérdida de la vida de 22 estudiantes de esta Escuela, quienes se encontraban al frente de una barraca donde finalmente estalló el vehículo. Este fue un atentado terrorista atribuido al Ejército de Liberación Nacional [ELN]. En el lugar, un miliciano ingresó un vehículo tipo camioneta de manera abrupta a la Escuela, irrumpiendo con la seguridad dispuesta en la talanquera de entrada; el vehículo contenía una bomba al interior, la cual posteriormente fue detonada, dejando como resultado el saldo trágico de víctimas letales previamente indicadas, además de heridas a 89 personas que se encontraban en el aledaño del lugar de la explosión.
La acción, condenada no solo por la sociedad colombiana y autoridades, trae a colación el pronunciamiento reciente de la Oficina en Colombia del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, quien en comunicado de prensa de febrero de 2018 ya había condenado los atentados de esta guerrilla contra estaciones de policía en Barranquilla y, Santa Rosa del Sur, departamento de Bolívar, por considerar que su ubicación urbana no los hacía blancos legítimos de esta guerrilla, reiterando su carácter de cuerpo civil armado.