Reseña

A mí el café no me llegó como una moda. Me llegó como vida. No me desperté un día diciendo que quería ser barista. El café se me metió por la piel, por los ojos, por los silencios.
Se me metió por los recuerdos de mi abuela en la cocina, por el olor del cucayo con tinto en la casa, por ese dicho tan colombiano de: “todo empieza con un café”.
El café me encontró en un momento vulnerable, cuando yo solo quería ayudar en casa, estudiar algo corto, no ser una carga. Y sin quererlo, se volvió el hilo que une todo lo que soy.
¿Y quién soy? Soy cartagenera. Soy caribe. Soy mujer. Y soy café. No como bebida… como esencia.

Este libro es eso: un viaje que empieza con la niña que no podía levantarse temprano, que odiaba el café con más azúcar que líquido, pero que años después terminó levantando una comunidad, una tienda, una carrera, una familia… todo alrededor de un grano.
Aquí no hay fórmulas perfectas, hay momentos. Aquí no hay héroes, hay gente común con historias extraordinarias. Aquí se habla de tazas, sí, pero también de heridas, de sueños, de amor, de amigos que se convirtieron en hermanos, de competencias que me hicieron más fuerte, de decisiones que cambiaron mi historia, y de todas las veces que el café me recordó que no me podía rendir.
Este libro es mi voz. Pero también es la de muchos que, como yo, están construyendo país desde una barra, desde un taller, desde una finca, desde un sorbo.
Si estás leyendo esto, gracias.

Ojalá lo termines con el corazón más tibio y con ganas de buscar a ese barista que te sirve todos los días y preguntarle: ¿Cuál es tu historia? Porque todos tenemos una.
Y el café, cuando se cuenta bien, las revela todas.