Una cinta en el balcón
Autor: | Torres Quevedo, Enrique |
Una inquietud enrarecida
Leer el libro Una cinta en el balcón de Enrique Torres Quevedo es encontrarse con una voz renovadora en el ámbito literario de la región y de otras latitudes ciudadanas. Es acogerse al impetuoso sueño propio de una inquietud enrarecida.
Hacía tiempo que nuestra ciudad requería de una mirada distinta. Una visión anclada en lo profundo de la existencia. Por ello, el presente libro es la expresión de un ojo somnoliento que transita por entre las ventanas memoriosas del amor, las complicidades según la edad, y el camino oscuro de lo absurdo y la soledad.
Se mueven en estas páginas diversos personajes comunes, angustiados y divertidos, con la sola consigna de vivir leales a su destino, a una carne que los devora fatalmente en el territorio de los olvidos y las costumbres. Enmarcada en un aire de soledad, el coro de las diversas voces que atraviesan el libro anuncia mañanas y noches que acaecen como temporales del deseo. Las historias y argumentos contenidos en el presente volumen corresponden a una voz auténtica, reposada, madura y cautivadora. Enrique Torres Quevedo logra, con el vasto aliento de su paciencia creativa, que su libro resbale con acierto y belleza sobre espacios iluminados por la gran carga de decisiones equivocadas o incomprensibles que les suele suceder a los humanos. Escrita con impecable deseo, refleja silencios y la terrible luz viciada de los recuerdos. El libro es una invitación a navegar por los manantiales subterráneos de la conciencia amorosa y de los deslices amistosos.
En Una cinta en el balcón de Enrique Torres Quevedo, se reafirma el precepto según el cual, la literatura es un destino y un don. Con un tono universal y una fresca intensidad, el libro nos incita a leer de manera distinta la cotidianidad y las nostalgias de que estamos hechos, a comprender esas cunetas de la vida a donde van a parar las caras y sentimientos transformados por distancias y golpes imprevistos.
Las historias contenidas en Una cinta en el balcón de Enrique Torres Quevedo corresponden a una visión de ciudad muy bien encuadrada, a una mirada en donde lo que se nombra como lugar propio no es el referente real, sino la efectiva trasfiguración de los lugares comunes en sitios de enmudecida sorpresa. Cada relato es un pellejo de vida que vamos recogiendo de noche en noche, de mañana en mañana, con los debidos tumbos que se extienden en el trasegar de los destinos individuales.
Con un lenguaje urdido en los contornos de la experiencia, la escritura de Enrique Torres Quevedo recorre sin vacilación el desarrollo de cada historia como algo importante y merecedor de ser contado. Sin prejuicios narrativos, cada palabra es vigilante del desenlace de la frase como expresión de una modestia lógica ajustada al inevitable destino al que se ven abocados los personajes. Entre sílabas, referentes musicales y usos particulares de ciertos vocablos, las escenas nunca son chocantes ni absurdas. Todo lo contrario, se convierten en imágenes ciertas para evocar un yo perdido en las arenas de un paisaje ciudadano con sus particulares vestiduras.
Invito a leer esta delicada obra como acercándose a una de esas sacudidas propias del corazón. En ella encontrarán el subsuelo desvanecido del amor y el dolor convertidos en caprichos, incomprensiones, desequilibrios, ansiedades y resignaciones.
Una cinta en el balcón, además de ser un valioso libro en sí mismo, anuncia la gesta de una obra futura en las manos de Enrique Torres Quevedo. De su constancia, paciencia y preocupaciones literarias esperamos la ambiciosa construcción de un cuerpo narrativo que, como la hiedra, refleje la determinación del escritor para correr riesgos que afirmen su crecimiento espiritual en cuanto creador de mundos complicados, pero de grata ensoñación.
Nayib Camacho O.