La casa de la calle Armenia
Autor: | Guio, Danilo |
BIOGRAFÍA
Danilo Guio Rodríguez nació en Bogotá, Colombia, en 1980. Desde muy niño le ha gustado leer y escribir. Por fortuna o desgracia, sus primeros cuentos se perdieron en una mudanza. Publicó el cuento Calmate, Negra en la desaparecida revista literaria La Perra. Así mismo publicó el cuento La Otra en la revista virtual Ícaro, también desaparecida en las inmensidades de la Internet. Por último, publicó Cómo enmendar un corazón roto compilado en el libro electrónico Manual para gente formidable Volumen III (compilación).
Ha tomado clases de escritura creativa en Tintababelia, bajo la dirección del profesor y escritor Hernando Escobar. Participó en el Taller de novela corta del Fondo de Cultura Económica, dirigido por el escritor colombiano Miguel Ángel Manrique, y en el Taller de Escritores de la Universidad Central (TEUC), bajo la dirección del escritor y académico Isaías Peña.
Ha publicado las novelas En la montaña solo estábamos nosotros y Una travesía de siete calles con la editorial Libros y Libros. La casa de la Calle Armenia es su tercera novela.
PALABRAS DE CONTRATAPA
¿Cómo derivar de la antropofagia una fijación por los rostros? ¿Cómo bautizar una filia por la obsesión de las facciones de la cara? ¿Cómo amortiguar el dolor por la ausencia de la madre y la esposa?
Ese mal por su pérdida intenta ser sobrellevado en un diario por el joven Pablo. Él abre la puerta al pasado en su nueva casa. En ella, su padre carga con el luto en un estado de sonambulismo constante; busca a su esposa en la oscuridad del ático.
Sus dueños originales han dejado enterrada una historia macabra que Pablo, junto a su amiga Natalia, descubrirán a través del rastro de pisadas ajenas, una foto antigua, artículos de periódicos, confesiones en una vieja libreta y testimonios de vecinos.
Se darán cuenta que el pasado reclama su tiempo permanente en un bucle de repetición, donde no se acepta la verdad ni la catarsis de los mortales. Esa verdad buscada en La casa de la Calle Armenia es la antítesis del vuelo de Ícaro: mientras los personajes ascienden por una escalera al infierno, el cronos de la casa va devorando a sus hijos que dan cara al tiempo; despelleja toda posibilidad de avance o cambio por la razón.
Cuanto más intentan escuchar menos oyen. Cuanto más intentan mirar menos observan. Este es el costo que deberán pagar padre e hijo para poder habitar un lugar que exige el tributo de la quietud eterna.
SAÚL MUNÉVAR
Marzo de 2025
Dagua, Valle del Cauca, Colombia