Construyendo puentes hacia el aprendizaje: guía de estrategias educativas para estudiantes con desafíos emocionales en salud mental
Autores: | Borda Acosta, Angie Paola Fierro Leal, María Isabel Maca Pulido, Lina María Palacio Medina, Laura Mireya Sandoval Rodriguez, Sara Daniela Valenzuela Aguilar, María Camila |
Colaborador: | Corchuelo Rodriguez, Camilo Alejandro (Coordinador Editorial) |
Planteamiento del problema.
En los últimos años, la salud mental de los estudiantes ha emergido como una preocupación crítica en el ámbito educativo. La creciente aparición de trastornos emocionales como la depresión y la ansiedad entre los jóvenes ha puesto de manifiesto la necesidad de adaptar los entornos de aprendizaje para abordar estas problemáticas de manera efectiva. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión y la ansiedad son dos de los trastornos mentales más comunes que afectan a los adolescentes a nivel global, con un impacto significativo en su rendimiento académico, socialización y bienestar general.
El colegio, como uno de los principales escenarios de socialización y aprendizaje, juega un papel crucial en el desarrollo de los estudiantes. Sin embargo, el sistema educativo tradicional a menudo no está preparado para identificar y abordar adecuadamente las necesidades de aquellos estudiantes que presentan rasgos de depresión y ansiedad. Esto puede llevar a un ciclo perjudicial donde las dificultades emocionales interfieren con el aprendizaje, y el estrés académico exacerba los problemas de salud mental, creando una barrera para el desarrollo integral de los estudiantes.
La identificación y el apoyo a estudiantes con rasgos de depresión y ansiedad no solo es un imperativo, sino que también tiene implicaciones prácticas y sociales significativas. Los estudiantes que luchan con estas dificultades suelen experimentar problemáticas en áreas clave del aprendizaje, incluyendo la concentración, la memoria, la motivación y la participación activa en el aula. Estas complicaciones no solo afectan su rendimiento académico, sino que también pueden llevar a un mayor ausentismo, deserción escolar y problemas de comportamiento.
Además, el impacto de la salud mental en la vida de un estudiante no se limita a su tiempo en la escuela. Los problemas no abordados pueden extenderse a la vida adulta, afectando la capacidad de la persona para mantener relaciones saludables, encontrar y mantener empleo, y llevar una vida productiva y satisfactoria. Por lo tanto, es esencial que las instituciones educativas desarrollen estrategias proactivas y comprensivas para apoyar a estos estudiantes desde una edad temprana.