Reseña

La obra de Lucila Gualdrón de Acuña es, justamente, un viaje en el tiempo, un trayecto por la Curití de años atrás que sigue viviendo y latiendo en sus venas, que trae ecos de sueños, anhelos, emociones, reprimendas, peticiones, que suben al cielo para cantarle a Dios toda la gratitud, no solo de la autora, sino de un pueblo, ese pueblo que aun habitan sus palabras. Y no en vano pasa de la poesía al canto, o a la copla, pues todo se convierte en una celebración: la niñez, el campo, la escuela, el amor. Por sus poemas cruza una voz prístina que exclama, con hondura y humildad, el sentir de la mujer del campo, el amor por la familia, por el pueblo, por Dios, llevando incluso ese amor a un tono de protesta frente al abandono estatal, la contaminación y el olvido.