Reseña

Este poemario de José Rivero Ruiz, está escrito desde el lugar más próximo de su memoria. No es la melancolía la que deambula por los caminos de las páginas en blanco, es la nostalgia hecha forma, un viaje largo lleno de sonidos elementales, de amaneceres abundosos de aromas que convocan los encuentros o la invitación a vivir un tiempo marcado por la luz:

Cuando vengas a mi tierra a conocer el verano
dejarás cabalgar tus sueños
hasta que canten los gallos.
Cuando la noche recoja su parpado
verás el rocío levantarse
como si el invierno naciera del pasto.

La vertiginosa sucesión de imágenes es atemperada por la filigrana de quien teje con paciencia cada verso. El poeta, nos muestra aquí un territorio donde la realidad, al pasar por su laboratorio alquímico, se deslinda de lo anecdótico y acentúa los referentes haciendo uso magistral de los recursos propios del arte poético…un universo rural, aldeano, donde se ha vaciado el mundo y luego traducido y devuelto una y otra vez a la aldea universal: pájaros, árboles, tierra húmeda, insectos, ganado, hierba seca, el humo de leños encendidos, la casa espiritualizada, devenida en rancho y dentro, las voces, los gestos, las cosas no dichas de quienes la habitaron y un día levaron anclas.