Una danza para mil recuerdos
Autor: | Velásquez Mejía, Alba Lucía |
Los gritos de las personas sonaban como estallidos de fuego; se hacían interminables por los ecos que ayudaba a dilacerar el viento de la noche.
Yo me levanté apresurada, estaba tirada en una de las hamacas que siempre acunaron las historias de Matilde; allí estaba refrescándome con la suave brisa que, en un resonar de segundos, se convirtió en un silbido que se agudizó en mis oídos. Salí corriendo, llevando de manera afanosa a doña Matilde. Al llegar a la cabecera del pueblo, ambas quedamos como estatuas recién clavadas en el piso. De repente, escuchamos a las madres, esposas, abuelas, hermanas, hijas; imploraban por sus hombres.