Reseña

América Jiménez “la loca” como le dice despectivamente su hermana Ana; tiene 43 años y llega a vivir en la Candelilla, barrio situado en algún lugar de las lomas de Ciudad Bolívar en Bogotá. Viene de Cali, es humilde y tiene dos hijos (Angie y Jorge), aparentemente sufre desvaríos mentales, pero en medio de su “locura”, es una cuentera prodigiosa. Su dramática vida se debate entre la genialidad y la locura. Fue operada hace muchos años porque tenía un tumor en el cerebro que se formó por las historias que no pudieron ser contadas y ahora viven hacinadas en su pierna izquierda. Todo comienza la mañana en que ella conoce a Casandra “la bruja” como le dicen los vecinos, una especie de gitana criolla quien supuestamente predice el futuro y arregla la vida de las personas, pero ella es una embaucadora. Esta misma mañana Casandra se ha levantado realmente con el poder de predecir el futuro cercano, sus predicciones llegan inspiradas por alguna fuerza sobrenatural que desconoce y son anunciadas por su propia voz cuando ella se levanta enguayabada y se mira en el espejo, pero no se cree a si misma porque presume que se está auto engañando así como suele engañar a otros. A partir de este momento en que se conocen, establecen una amistad, la cual será una especie de simbiosis y les permitirá reivindicar sus naturalezas salvajes y libres, al tiempo que se va develando un trágico e inquietante pasado que las lleva a a un impactante encuentro con sus más apabullantes sombras y fantasmas. En medio de la vida cotidiana de América y Casandra, se mezclan historias de barrio, con las historias de América. Un perro callejero negro y anarquista, macho alfa de una manada callejera, las acompañará en medio de sus aventuras y desventuras. Muchos personajes pelaran el cobre, otros se confrontarán con su propio ser y todo este entramado de historias y cotidianidades dará la evidencia de un territorio entre fascinante y conflictivo, lleno de realidades, sueños y de pesadillas.