Reseña

En ocasiones los gustos y las corresponsabilidades que se tienen en la vida, tanto con la cultura, la escritura, la parte social y el requerimiento
de las expresiones en todas las índoles artísticas, hacen que se repiense el papel personal e individual que se posee en el territorio. Es por eso, que las formas en que escribimos van variando y se van convirtiendo en momentos para recordar e hilar la memoria, para dibujar una forma particular que no tiene tiempos, pero sí caducidad en lo efímero del recorrido que nos dan los años. En ese caso, [A.N] se convierte en el anónimo recuerdo de un lapso de tiempo en el que pude crecer como persona, sobre todo, porque apareció una pregunta particular: ¿Qué hacemos en el espacio-tiempo de la cultura? Esto requirió observar
con más cercanía los acontecimientos de la pandemia y la corresponsabilidad con la muerte, no como un descanso sino como la potenciación de la vida que nos consume, que deja heridas,
que deja una puerta a la soledad y a la incomprensión.
Por ello, es vital, volver y escribir sobre lo íntimo, sobre la cercanía con el cuerpo, es ahí donde potencialmente nos hacemos cercanos, en
el tacto o en la utopía de crear el espacio para seguir creyendo en lo más humano que poseemos: la intimidad de los recuerdos, de hacerlos propios, sumisos y exponencialmente atrevidos, con la misma cercanía a romper lo utópico y hacerlo realismo, sentipensar y algunas veces, carnaval.