Reseña

La violencia ha ido en aumento en las últimas décadas en las instituciones educativas, lo que ha provocado que diversos estudiantes hayan sido sancionados o expulsados de los colegios debido a la agresión física o verbal que provocaban en los otros alumnos y a los mismos docentes, lo cual originaba disturbios en el aula y no el poder enseñar o aprender como es debido. Como resultado de ello, varios educandos se han visto perjudicados en su rendimiento académico al no poder tener las clases de forma completa, lo que provocaba que los temas y actividades que se debían realizar no fueran efectuadas en el tiempo correspondientes.
Es así, que este tipo de conducta ha provocado graves consecuencias en la enseñanza-aprendizaje en las aulas, por lo cual se ha visto necesario desarrollar programas educativos orientados a moderar la conducta de los estudiantes, ya que, si no su comportamiento no se moderaba en esa etapa, conllevará a que en un futuro atente contra la integridad de las demás personas y no logre aportar al bien común. En este sentido, los programas educativos cumplen un gran rol para disciplinar a los alumnos, por ello, la labor del docente también es importante, ya que se requiere del apoyo de este para aplicar el programa y se consiga que se reduzca la violencia generada por los educandos y el comportamiento mostrado hasta ese momento.
Así también, es importante tener en cuenta que estas conductas disruptivas son causadas por diversos factores que pueden ser sociales o familiares, debido a esto, resulta imprescindible que los padres también muestren el apoyo necesario cuando los docentes dejen actividades que sirvan para mejorar el comportamiento de sus hijos, esto con la finalidad de que el alumno tome mayor interés por mejorar su conducta y convertirse en un ciudadano de bien.
En efecto, la violencia dada por los escolares no debe ser pasada por alto, puesto que solo perjudica el proceso de aprendizaje de sus compañeros a la vez que no logra mejorar como persona, por esto, se requiere insertar y aplicar los programas educativos con mayor frecuencia, a fin de que se consiga evitar los comportamientos negativos de los alumnos, fomentar el respeto y, ante todo, evitar las agresiones, las cuales solo ocasionan consecuencias nefastas tanto para el que agrede como es que el agredido.