Reseña

El análisis de las bitácoras presentado por Marda Zuluaga Aristizábal en Palabras para los ausentes nos permite asomarnos al ámbito intimo sin violentar la privacidad de quienes han dejado allí sus historias y sus pensamientos más personales. Este rasgo agrega un valor excepcional al libro. En el proceso de estudio, reconstrucción y comprensión de los fenómenos de la violencia y la paz en Colombia resulta especialmente complejo acercarse al espacio privado de las comunidades y, mucho más aun, al mundo interior de las personas. Aunque en un principio, cuando ocurre la perdida, suele haber un reconocimiento público del sufrimiento, a medida que pasa el tiempo los dolientes aprenden a vivir con su aflicción en silencio y de manera intima. Es un dolor que se lleva en soledad. Irrumpir allí es cruzar un umbral que puede llevar al irrespeto o incluso a la revictimización. El estudio aquí presentado permite asomarse prudentemente al ámbito privado y cotidiano de las personas, así como a sus concepciones sobre la vida, la muerte, la religiosidad y la espiritualidad. El análisis de las bitácoras nos acerca a lo más profundo del ser sin necesidad de atravesar el umbral ni exponer a más dolor a los dolientes.
Más allá de lo confuso que pueden resultar las realidades representadas, lo único contundentemente cierto es que los que estaban ya no están. Sin ellos la vida no es igual, nunca volverá a serlo. Todos perdieron, sin importar cuál haya sido la causa de la ausencia. Hacer evidente la inutilidad de la violencia es lo más valioso de este libro. Navegar entre las bitácoras del Salón del Nunca Más es ponerse, por un momento, en la piel de quienes escriben, condolerse con sus palabras y hacer propio el dolor de los demás. Solo por eso vale la pena emprender esta lectura.