Reseña

La producción de durazno, específicamente la variedad Jarillo, es un
motor clave para la economía de la provincia de Pamplona, Norte de
Santander y representa una fuente significativa de ingresos para los
agricultores. En efecto, es un producto que se ha adaptado a las condiciones ecoambientales locales siendo altamente comercializado
en el mercado interno debido a su valor económico y nutricional. Más
bien, se caracteriza por ser un monocultivo, así como un sistema de
producción liderado por pequeños y medianos productores (Cancino-Escalante, Cancino, Quevedo, 2020; Villamizar, 2008).

De hecho, el durazno es originario de zonas templadas y se ha adaptado a climas diversos. Por lo tanto, las condiciones tropicales en el
que el fotoperiodo, así como la temperatura son uniformes a lo largo
del año, no hacen parte de su fisiología natural como cultivo. Por esta
razón, dicha producción se realiza de manera forzada por medio de
métodos de cultivo tradicionales que emulan los ambientes naturales
de progreso del cultivo, permitiendo una producción más estable
(Pérez, 2007).

Por su parte, en la provincia de Pamplona, la producción se ha llevado
a cabo mediante la introducción de la fruta sin previo estudio técnico
o científico, sino que se ha basado específicamente en la intuición
campesina y de los agricultores que han trabajado con la variedad. En
este sentido, el desarrollo y manejo adecuado de los cultivos de
durazno requiere de investigación fisiológica que permita entender y
analizar su comportamiento en diferentes condiciones ambientales.