Amor propio para superar el abuso
Autor: | Torres Torres, Ligia Beatriz |
Colaboradores: | Avila Pérez, Alfonso José (Editor Literario) Herrera Lora, Rosa Alejandra (Coordinador Editorial) Avila Bustos, Camilo José (Diseñador) Pinzón Varilla, Herminia Luisa (Prologuista) |
Amor propio para superar el abuso, la obra de Ligia Beatriz Torres Torres que ahora tienes en tus manos, es un texto humilde de una mu-jer que se ha levantado de las cenizas en las que la dejó el abuso de algunos miembros más íntimos de su propia familia, dedicado a todas aquellas mujeres que han sido víctimas de abusos y violaciones de sus derechos dentro de su propia familia, para que a través de un ejer-cicio de empoderamiento personal se invistan de amor propio como única alternativa para superar el daño ocasionado por abusadores que no tienen límites cuando se trata de desposeer al otro de su estima propia para hacerla vulne-rable y fácil de manipular.
Del texto de Ligia Beatriz he extraído algunos aspectos que pueden contribuir a superar esos estados de dependencia y codependencia en los que se vive o se ha vivido durante mucho tiempo y a los cuales las personas se han adap-tado, porque les parece que el curso natural de la vida es que las mujeres estén sometidas a una autoridad patriarcal dentro de la pareja o matrimonio. Esos estados de dependencia y codependencia son propicios para abusadores y abusadoras a la hora de poner a sus víctimas en estado de indefensión para ejercer todo tipo de abusos. A continuación, los presento como una síntesis de algunas de las temáticas a la que hace referencia Beatriz en su relato auto-biográfico.
En primer lugar, un abusador siempre te va a hacer sentir culpable hasta de lo que esa per-sona misma hace o deja de hacer. En el caso de Beatriz, pudimos ver como ella fue devaluada ante la familia para que no comunicara que su esposo tenía un hijo o varios fuera del matri-monio. Entonces el mensaje aquí es: No te cul-pes, no te culpes, no te culpes. Tú puedes estar equivocada y maltratada, pero no eres culpable de lo que esa otra persona hace. “Dime de qué te acusan y te diré de qué es culpable el que te acusa”.
En segundo lugar, tú eres quien pone los lími-tes hasta donde pueden llegar las otras perso-nas. Manifiesta tus puntos de vista y de mane-ra asertiva aprende a decir NO. Cuando tengas dudas al tomar una decisión, puedes pedir que te den tiempo para pensarlo y para consultar con personas más informadas al respecto que tú misma. Tómate tu tiempo ante decisiones importantes. Recuerda que siempre tienes la posibilidad de decir no puedo hacer lo que me pides, y si la otra persona no acepta o respeta tu decisión, vete. No te quedes para soportar abusos.
En tercer lugar, identifica estrategias de mani-pulación que las otras personas utilizan para aprovecharse de ti. Por ejemplo, en el caso de Ligia Beatriz, el esposo no fue solo a pedir a ella que transfirieran los bienes de ellos a nom-bre de los hijos. Él fue con su hijo con quien estaba confabulado para que ella se sintiera confiada, porque ella podría sospechar del es-poso, pero nunca hubiese sospechado de su propio hijo.
En cuarto lugar, aprende que los abusadores comienzan con un bombardeo amoroso para que tú te creas la mismísima princesa Catalina de Moyachoque y después cuando han logrado lo que buscaban te devalúan y te descartan.
Tiene frases armadas que repiten como una fórmula: somos almas gemelas, vamos a formar un hogar, tú eres la persona más especial que he conocido. En la etapa de devaluación esas frases se convierten en verdaderos abusos ver-bales como: eres vieja, nunca aprendiste a co-cinar, ya sabes que no me gusta que te vistas así y así todo un rosario de frases abusivas. Aprende a ver banderas rojas para no caer.
Por último, recuerda siempre que tú y solo tú eres la persona más importante en tu vida, cuí-date, amate, no le des mayor valor a los demás antes que a ti. Si te amas, nadie pasara por en-cima de ti. Aguza el sentido de la sospecha, tres grandes filósofos han sido considerados los maestros de la sospecha. El que más me gusta a mí de los tres es Sigmund Freud, pues él sospechó que detrás del mundo consciente de las personas existía otro mundo profundo de la vida psíquica, ahora conocido como el in-consciente. Esa sospecha hizo que muchas en-fermedades se explicaran como producto de ese mundo inconsciente. Ningún daño nos ha-ce tener un sentido de investigadores, sospe-cha de que debajo de eso que te están mos-trando como tan bueno puede haber algo que tú no ves a simple vista. Las personas tienen ademanes repetitivos o lapsus lingüísticos cuando mienten: algunos tosen, se rasca la na-riz, se arregla el cabello. Abre bien los ojos, me dijo alguien alguna vez, y yo no vi nada, que eso no te pase a ti.
Te deseo una feliz lectura de Amor propio pa-ra superar el abuso.
Luisa Pinzón Varilla
Doctora en Educación y Lenguaje