Reseña

El tío Efrén queda envuelto en una profunda soledad caminando de un lado para otro como una hormiga que le han borrado el camino y no sabe para dónde coger. Con el fin de disipar su solitaria y triste existencia, emprende largos y continuos viajes que lo llevan a recorrer y conocer el mundo entero.
Al regreso de cada viaje, trae consigo más que souvenirs, un cúmulo de experiencias e historias que, como un sabio de esos de la antigua Grecia cuenta a los niños en una especie de ágora. Mientras narra sus historias, hace gestos y produce sonidos y ruidos asemejando los que produce el personaje de su historia, el animal o la cosa, o el viento o el río, o la bruja o el duende.
Luego de morir, ya en el cielo, consciente de haber dejado a los niños en la tierra huérfanos de sus historias, comunica a Dios, a través del Arcángel Gabriel, su deseo de continuar provocando en los niños su imaginación y mantener viva la curiosidad.
Dios, entendiendo la importancia de su misión, le da la autorización divina. El tío Efrén regresa a la tierra, y de la manera más amorosa les cuenta las últimas historias.