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ISBN 978-628-95998-6-2

Lo que me trajeron las palabras

Autor:Hoyos Naranjo, Adriana
Editorial:Editorial Domingo Atrasado S.A.S
Materia:861CO - Poesía colombiana
Clasificación Thema::DCC - Poesía moderna y contemporánea (desde 1900 en adelante)
Público objetivo:General / adultos
Colección:Cantos rodados
Disponibilidad:Disponible
Estatus en catálogo:Próxima aparición
Publicado:2024-03-14
Número de edición:1
Número de páginas:108
Tamaño:14x21cm.
Precio:$45.000
Encuadernación:Tapa blanda o bolsillo
Soporte:Impreso
Idioma:Español / Castellano

Reseña

Mi pasión por las palabras
En la infancia, mi madre nos leía poemas como si fueran cuentos, entonces empecé a sentir una corriente de amor por las palabras. Creía que algo se escondía en ellas, había un sentido profundo y cargado de secretos, era como si nos leyera las claves y los códigos de un libro más grande y maravilloso.
Con seis años, de la mano de mi padre, tuvo lugar mi contacto con la música a través del estudio del violín, esto pulsó otras emociones y me llevó a afinar el oído, no solo con las tonalidades musicales, sino también, con las modulaciones de las frases.
Repetía palabras para mí misma, me obsesionaba con oraciones inventadas: “el caballo alado caminaba de lado a lado”, “el caballo alado caminaba de lado a lado”. Las repeticiones eran un juego rítmico, pero también sensual e hipnótico que me seducía profundamente, sentí que a través de la repetición las voces se convertían en música.
Cuando cumplí once años hice mi primer viaje fuera del continente. Fue la época en la que llegué a Barcelona con la familia de mi tío paterno, allí me eduqué en un colegio catalán. Aunque mis compañeros eran bilingües, en la vida cotidiana predominaba el catalán. Yo traía un vocabulario en un español diferente, a veces raro para ellos por el uso de algunos colombianismos. Como quería demostrarles que los términos que utilizaba existían, decidí llevar siempre conmigo un pequeño diccionario, lo que me hizo que estuviera más atenta a las expresiones y a las palabras que usaba.
En aquellos años me inicié en la escritura publicando algunos poemas en la revista del colegio.
Con veintitrés años trabajé como técnico ocular en la clínica oftalmológica de mi tío y entonces me obsesioné con la mirada. Años más tarde, cambié el foróptero por las cámaras y estudié dirección de cine. Todo esto me llevó a la imagen y a la necesidad de contar en imágenes.
Todas estas obsesiones y oficios han influido en mi escritura, sin embargo la poesía va de palabras, no de otra cosa y cuando escribo no pienso en un tema, escojo las palabras y estas me indican el camino. Releo lo escrito con entusiasmo y casi siempre esa partitura de signos, letras y sentidos adquiere una coherencia secreta que me sorprende y comienza la tarea de escribir. Quito palabras, cambio, borro y descubro otras cuyo significado y sonido me emocionan. Leo en voz alta. Siento el ritmo, la música, el tono del verso. La armonía y el sonido componen el poema.
La poesía es pensamiento que se revela con fuerza, con belleza y con música.
El poema no es más que la traducción de la luz, del sonido, del vuelo de lo secreto.
O, al menos, eso es lo que ensaya el poeta en la soledad de su cuarto.
A través del poema, el lenguaje se resignifica, recupera lo que ha perdido con el uso cotidiano.
Cuando el objeto se deja apresar en su íntima realidad, atisbamos más allá de la apariencia. Así entiendo el poema como un estado en el que se penetra en la esencia del objeto. Se revela la fotografía del silencio o se pulsa el tacto de la piedras o el goce de la luz a través de las hojas.
La palabra poética nos abre a los misterios de la existencia. Es verbo que busca el fuego del espíritu. Palabra que a través de la verdad accede a la gracia y ensancha la mirada.
“La filosofía se pregunta, formula preguntas que la poesía responde” decía María Zambrano. Siento que la escritura nos salva y también nos ayuda a dar. Es un don que toca la propia verdad y al hacerlo es capaz de llegar también a la verdad del otro.
Hay en este regalo una responsabilidad para conmigo misma, pero sobre todo para con la poesía.
Adriana Hoyos
Madrid 2024

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