Remanentes
Autor: | Restrepo, Damaris |
REMANENTES
Es grato encontrar poemas que no acuden al expediente reiterado de una supuesta belleza pre-existente, a un prontuario de tópicos, de palabras y temas sacralizados. O también es grato encontrarse con una manera de abordar temas e imágenes despojadas y sencillas en su expresión. Esto último, la búsqueda de una palabra desnuda y austera es algo que recorre con claridad "Remanentes", el libro de poemas de Damaris Restrepo.
A propósito de esta manera de encarar el poema más allá de lo bello "pre- existente", Richard Porton afirmaba que es bueno dudar del cómodo relato de creer que basta con decir sol o con pintarlo, sin más, para encarar una belleza comprobada y comprobable. Agregaba el mismo Porton que más allá de esa belleza aceptada puede resultar más significativa "una bandera roída de polillas que una tela impecable". Y lo decía recordando al siempre resabiado André Salmon.
Asombra cómo la autora de este libro traza en un mismo corpus dos signos de un mismo cuño a través de un hecho reiterado pero cargado de una diferente emoción. Entre el beso lejano de una niña con su padre y el beso que lo despide en su última estancia, las palabras de Damaris Restrepo trazan al mismo tiempo un mapa del festejo y otro mapa de la ausencia. ("Encuentros").
Se trata de una poesía reflexiva y sin grandes ademanes pero que no rehúye las vecindades con una forma del pensar, con propiedades denominadas trascendentes.
El rigor de su lenguaje, su precisión y sugerencia a la vez hacen yunta en sus versos y se envuelven en "preguntas que no teme las respuestas" y que por lo tanto no escamotean el entrevero de lo sagrado y lo profano, de lo elusivo y lo concreto.
No son los suyos poemas confesionales, tan dudosos muchas veces como baldíos y de los cuales está infesta la poesía de hoy. O lo que se ha dado en llamar de esa manera.
Quisiera reiterar su poema "Palabra Piedra" en el que encuentro un arte poético que no pretende tal vez ser el epicentro, el alma, la nuez de este volumen, pero que me resulta esencial a la hora de hablar de la poesía como campo del pensamiento, como un arte de exploración:
PALABRA PIEDRA
Escribe/ como si lanzaras una roca/ sobre el vidrio de una ventana, / como si arrojaras/ un artefacto explosivo. / Da en el blanco/ con la flecha de tu palabra, / orada la piel del lector/ como el tigre avezado/ que atrapa a su presa/ por el cuello/ y no la suelta".
Este poema titulado "Un recuerdo de infancia" me hace pensar en Robert Frost: "he tenido intimidad con la noche". De esa materia intima es este poema: "Desde el arroyuelo/me alcanza el croar de las ranas/ sus cantos abrazan la hojas de los naranjos/ en el patio/ anuncian la noche/ que vestirá las hierbas de campo/ y su cópula en la oscuridad".
Hay poemas que rozan lo asertivo pero que no se quedan en una simple definición. Como ocurre con esta bella imagen de la amistad que inscribe precisamente en el poema titulado "Amigo" y con la cual trae a su ámbito una suerte de comunión, de alianza: "La palabra amigo no se pronuncia/delante de un recién llegado, sino ante quien es cómplice, /con quien se tiene/una comunión secreta".
Su actitud dubitativa, su pregunta sobre el quehacer de la poesía no la abandona y un ejemplo de esa actitud funámbula, de caminadora por la cuerda floja se me pone de presente en su poema "Página Vacía". La página es el blanco, ese territorio de dudas que nos hace pensar, sopesar y apuntar la flecha o el dardo hacia la palabra que no es bibelot sino revelación.
Un poema que me emociona y sorprende a la vez del libro de Damaris Restrepo es el que titula "Auto Retrato de Van Gogh Con La Oreja Vendada". No reitera el trasunto de los poemas dedicados a los grandes ausentes del arte o del pensamiento, asunto que se ha ido volviendo pandemia. El poema mencionado es una bella manera de dialogar con el otro.
Leo en general sus poemas, despojados y sugerentes a la vez y me queda una pregunta por formular y aún más por resolver en el lienzo nada efímero de la memoria. Pregunta y respuesta tienen que ver con un remanente, con el hecho de sentir que me quedan algo más que palabras y silencios.
Juan Manuel Roca
Bogotá, febrero 2 de 2024.