Reseña

"Antología primera" comienza con el origen o, paradójicamente, regresa a ese origen, y finaliza con el retrato de sí mismo, que es otra forma de volver; si acaso en la palabra retrato hay un retorno, habría que indagar en las etimologías. Por lo menos el autor tiene privilegio sobre esa imagen, por un retractus como derecho. Luego, en la segunda parte, hay una separación, una melancolía por lo que solo la poesía suele recuperar de lo «ya perdido»; están también las calles y la ciudad, que en los poemas son arquitecturas de una soledad. […]
Encontramos también la casa, «la casa en orden» o las grietas: «grietas de voces del pasado», «Inventar una manera de curar las grietas de las paredes», «fractura en la corteza»; y la memoria, que a mi parecer construye casi todo el libro […].
"Antología primera" termina con el autorretrato, con las cosas familiares, contradiciendo a Paul Auster. Las cosas en este poemario vuelven, ya olvidadas, son recordadas, encontradas (quizás porque la Musa de la Poesía es hija de la Memoria) […].

Jacobo Viveros Granja, del prólogo