Imaginarios Tecnológicos
Colaboradores: | Cabrera, Daniel H. (Compilador) Lesta, María Laura (Compilador) |
Este libro reúne distintos aportes, desde variadas latitudes, con miradas heterogéneas y en realidades diferentes, sobre los imaginarios tecnológicos.
Estamos en la era de la proliferación al infinito de la fantasía colectiva a través de una multiplicidad de obras “creativas”: publicidad, cine, periodismo, diseño, artes, arquitectura, marketing, juegos interactivos, etc. Los productos culturales en tanto forman un sistema cultural son mucho más que simples objetos. Un halo los envuelve y sólo por esa aureola siguen vivos en la sociedad. No es la funcionalidad ni el utilitarismo de los aparatos lo que los mantiene socialmente vivos sino su aura, su realidad simbólica, su pertenencia al mundo de las creencias y esperanzas colectivas.
Vivimos en la época de la producción sistemática del sueño colectivo a través de un saber y una técnica específica: el marketing, que -en el sentido amplio de su definición y oficio- es el saber y la práctica acerca de la producción de las creencias, esperanzas y ensoñaciones de los sujetos. Los individuos de las sociedades modernas creen, esperan, imaginan y sueñan en diálogo y asistido constantemente por el sistema social y su producción sistemática de imágenes. Hay en ello una dimensión ideológica en el sentido de que esas creencias, esperanzas, imágenes y sueños son, parafraseando a Marx, las creencias, esperanzas, imágenes y sueños de la clase y un grupo dominante.
Pero esto no lo explica todo, hay otra dimensión muy importante, la dimensión imaginaria. En dos sentidos, el primero es lo que no es buscado, los “efectos perversos”, el riesgo, la contingencia. Pero hay algo más: la capacidad de creación que no se deja asimilar ni reducir a las categorías de la “ideología”. La hipótesis del imaginario -de la capacidad humana de creación- supone a un sujeto solo parcialmente dueño de sus acciones. Un sujeto productor de sus ensoñaciones y un sujeto-sujetado al incesante fluir desfuncionalizado de su imaginación. Como la palabra imaginario, el vocablo ensoñación ha sido arrinconado al terreno de lo ilusorio y de lo falso, obviando el hecho de que lo que moviliza a la sociedad no son las ideas, sino las creencias cuyo poder no reside en su verdad o falsedad, sino en su capacidad de convencer. Las creencias, como la ensoñación, se mueven en los límites de la “realidad” y la subjetividad.