Reseña

En el panorama de las novedades jurídicas, a veces ampliado y otras veces bastante reducido, encontramos propuestas novedosas e interesantes que atienden las perentorias necesidades que requiere la comunidad de operadores jurídicos y operadores judiciales; de toda una prolija lista de variados temas encontramos especialmente una literatura que nos acerca más y más al palpitante universo de la I.A. y de su impacto en el mundo jurídico, que satisface en buena parte la creciente avidez por conocer respuestas a lo que será su inmediata recepción y aplicación en todos los ámbitos de la sociedad y el Estado, en sus complejas relaciones entre las personas y entre éstas y el Estado. De otra parte, la I.A. en su veloz recorrido de apoderamiento de todas las actividades humanas va creando toda suerte de cuestionamientos éticos y morales, especialmente derivados del desbordado empleo o uso de esta herramienta digital que sin duda menguará paulatinamente la actividad genuina intelectual y, porque no decirlo, hará desaparecer muchos empleos y profesiones en un tiempo no muy lejano.
No obstante, el abogado de hoy, está formado y preparado bajo los moldes de una educación tradicional en gran parte con el insumo del derecho clásico más el auxilio de las variadas y eficaces herramientas y recursos digitales (internet, zoom, migración a la nube, blockchain, apps, etc), es decir, inmerso en medio de dos mares de conocimientos y saberes, por un lado navegando con las herramientas tradicionales y por el otro dando saltos gigantes como avezados delfines por cuenta de la explosión de información y conocimiento que recibe en un abrir y cerrar de ojos.

Desde hace mucho tiempo algunos críticos de ese derecho tradicional lo ven como una verdadera rémora u obstáculo para la transformación y la evolución social, afirmando que muchas de sus normas han quedado ancladas en el pasado y por ello no permiten asimilar nuevos fenómenos sociales que van surgiendo de las cada día más complejas formas de relacionarnos y comunicarnos. Sin embargo, podemos afirmar, con algo de empirismo pero con gran soporte lógico, que buena parte de todo ese sistema jurídico fue y ha sido el resultado de cientos de años de aporte racional, lógico y sistemático de muchas generaciones, imprimiéndole a estas normas un alto grado de asertividad frente a la solución de los conflictos de toda laya.
Un monumento legal es el Código Civil, que aún conserva la parte medular de sus postulados jurídicos, principios generales y fuentes en sus densos cuatro libros, algunas de ellas moduladas con sensibles modificaciones en razón de los nuevos valores y principios del constitucionalismo moderno por vía de las sentencias de la Corte Constitucional especialmente, que a través del fenómeno de la constitucionalización del derecho privado pone a tono toda este legado del derecho latino, “como una nueva expresión de la sociedad colombiana que traza nuevas rutas en busca de dignificar al ser humano y de hacer más justo su actuar social” como nos recuerda el ex magistrado de la Corte
Suprema de Justicia Jaime Alberto Arrubla Paucar.
Dentro de este marco de realidades se asienta la aspiración o propósito del abogado Herman Andrés Cadavid González con su opera prima o novel obra “Nociones generales de obligaciones y el contrato como fuente de obligaciones. Preguntas y Respuestas”. Conocedor por su experimentada andadura como docente universitario y director jurídico durante un largo recorrido en la Notaría Cuarta de Pereira, que estos dos grandes temas de nuestro derecho civil (obligaciones y contratos), son la columna dorsal de todo el robusto e interesante régimen del derecho privado que ha garantizado por centurias el sustrato de todo esto: el patrimonio de las personas.
La obra abarca aspectos fundamentales de las obligaciones y es a partir de la respuesta de la pregunta liminar ¿Qué son los derechos patrimoniales? donde se inicia un interesante recorrido o exposición acerca del nacimiento de todo el concepto de patrimonio, jugando un rol importante el tratamiento de los derechos reales y los derechos personales y sus fuentes, cuyo abordaje nos llevará necesariamente al fundamento de las obligaciones y también a sus fuentes, destacándose entre otros el contrato o convención, institución jurídica creada desde tiempos inmemoriales en Roma para satisfacer necesidades de todo orden, con un grado de mayor cobertura, seguridad y eficacia que la forma primitiva de satisfacer esas necesidades basada en el trueque.
En el entresijo de estos importantes temas, el autor va abarcando conceptos de muy entrelazados o ligados entre sí y que integran como un todo la autonomía de la voluntad, principio fundamental sobre el cual se erige el mundo de las obligaciones y que tiene su anclaje legal en los artículos 1502 y 1602 del Código Civil nuestro, entendiéndose por autonomía de la voluntad, como el principio y característica fundamental del negocio jurídico, que le reconoce al particular una serie de facultades que le permiten enmarcar sus relaciones personales y jurídicas de acuerdo con sus necesidades e intereses con ciertos límites.
El acierto de esta obra jurídica es la forma ejemplar y didáctica como se enseña a través de un constante giro de preguntas y respuestas, muy al estilo del sistema de enseñanza del método Socrático.
Con la plena convicción que no se puede eludir el estudio de las instituciones jurídicas de rancia estirpe romana -europea en general- al momento de discernir acerca de los problemas actuales que plantean las negociaciones en el ámbito del derecho privado so pretexto de exhibir poses de ultramodernismo, el autor Herman Andrés Cadavid, se esfuerza por articular esos océanos de saberes –lo viejo y lo nuevo- construyendo sobre lo construido, preguntando y proponiendo razonables y muy sesudas respuestas, fundadas en acertadas citas doctrinales y jurisprudenciales, pues bien sabe el autor que no se puede soltar el lazo del acervo del conocimiento tradicional que sostiene la certeza jurídica y legal sin asirse plenamente de un nuevo lazo de conocimientos que sin duda alguna impedirá nuestra caída al vacío.

Gonzalo González Galvis
Notario Cuarto del Círculo de Pereira