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ISBN 978-958-5538-51-1

Alas de cemento

Autor:Londoño Rodríguez, Jaime Javier
Editorial:Fundación Domingo Atrasado
Materia:861CO - Poesía colombiana
Clasificación Thema::DCC - Poesía moderna y contemporánea (desde 1900 en adelante)
Público objetivo:General / adultos
Colección:Cantos rodados
Disponibilidad:Disponible
Estatus en catálogo:Próxima aparición
Publicado:2023-10-31
Número de edición:1
Número de páginas:86
Tamaño:14x21cm.
Precio:$40.000
Encuadernación:Tapa blanda o bolsillo
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Reseña

La danza de los suicidas irrumpe como una ilusión al borde de nuestras carreteras ciberespaciales y produce la fábula del encuentro entre seres vivientes y espectrales. Por eso es posible sostener que Londoño crea una escritura signada por la multiplicación de los rostros del poeta mediante el encuentro con los suicidas o, si se prefiere, una escritura poblada que adquiere su dinamismo a partir de un deseo siempre urgente. Me refiero al deseo de imaginar una nueva comunidad que se enfrente de manera decidida a las injusticias, a las violencias, que imperan en nuestras sociedades postmodernas, generando sufrimiento y espanto. Los espectros de los suicidas que habitan el mausoleo de la memoria del otro testimonian así, desde los umbrales en donde la muerte y la vida se confunden, la ruina de nuestras sociedades, así como también la de los discursos asépticos y esperanzadores que ellas mismas despliegan, como advertimos en la escena suicida de Sylvia Plath, quien “dibuja con su dedo azul/ el dolor que guarda en sus entrañas” (33); pero, al mismo tiempo, estos espectros expresan (tal vez sería más adecuado decir: exigen con todo su sacrificio a cuestas) la necesidad del sueño utópico de esa comunidad hospitalaria que aún no hemos sido capaces de construir en lo real. Esto me sugiere que estamos ante una serie de poemas que, pese a la desolación provocada por los trabajos de la muerte, responde al sufrimiento sembrando entre las avenidas de cemento semillas esperanzadoras.
Las alas de cemento de los suicidas experimentan, por lo tanto, una transformación significativa en el espacio del poema, pues me parece que ellas logran, por momentos, perder su gravidez, retornando a la ingravidez y al vuelo con que persiguieron caminos de vida. Este desplazamiento desde la gravidez hacia la ingravidez, desde la dureza hacia la suavidad, involucra un nudo de relaciones, que estimo sugerente y que los lectores podrán deshilvanar hasta hacer aparecer los múltiples sentidos del libro que presento. Un nudo de relaciones que pone en contacto la estética (el poema), la ética (el poema como espacio de hospitalidad) y la política (el poema como sueño de una comunidad por venir). Su examen permite desplegar, además de lo señalado, una reflexión poética sobre la muerte. Destaco, en primer lugar, la producción de un territorio poético capaz de superar, mediante la escritura de la muerte del otro, el mutismo que nos produce el terror de la inminencia de la muerte propia; en segundo lugar, una aproximación a los sentidos de la muerte a través de imágenes contradictorias, en las que interactúan las fuerzas atractivas y repulsivas que orbitan las escenas del suicida; en tercer lugar, una crítica a los órdenes sociales imperantes, porque la muerte del suicida, como lo pensaron los románticos de otro siglo, es una forma de resistencia a la negatividad que subyuga la existencia humana; por último, y esto resulta fundamental, la emergencia del sueño de un porvenir distinto, que pervive aunque continuemos viendo “pasar a los que saltan/ se ahogan envenenan disparan/ apuñalan ahorcan asfixian/ cortan sus venas/ luchando contra el destino contrahecho” (74).
La variante del estribillo de “Porque todo en la vida”, el poema que cierra el libro, contiene esa semilla esperanzadora que aguarda entre los cuerpos caídos el momento propicio para su germinación: “Porque todo en la vida sólo es muerte vieja,/ muerte lenta y cobarde,/ fe y esperanza aguardan/ a que el tiempo las aplaste” (74). Los suicidas que extienden sus alas de cemento sobre los paisajes del poema aún llevan “la vida anudada en la mano soñadora” (17), aún son capaces de “apaciguar la sed de los vivos” (11). Enseñan con su sacrificio, con su aparente renuncia, un horizonte donde la muerte puede transmutar en vida. El poeta así lo siente mientras busca en las pesadas alas de cemento la huella del vuelo y de la luz.

Edson Faúndez V.
(Chile)

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